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  • pero el Señor le volvió a decir: "Extiende tu mano y agárrala por la cola". Así lo hizo, y cuando la tuvo en su mano, se transformó nuevamente en un bastón. (Exodo 4, 4)

  • Y si a pesar de estos dos prodigios permanecen incrédulos y no te escuchan, saca del Nilo un poco de agua y derrámala en la tierra; y al caer en la tierra, el agua que saques del Nilo se convertirá en sangre". (Exodo 4, 9)

  • El Señor se enojó con Moisés y exclamó: "¿Acaso no tienes a tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que él tiene facilidad de palabra. Ahora justamente viene a tu encuentro, y al verte se llenará de alegría. (Exodo 4, 14)

  • Aarón les expuso las palabras que el Señor había dicho a Moisés, y este realizó los prodigios a la vista del pueblo. (Exodo 4, 30)

  • Moisés refirió estas palabras a los israelitas, pero ellos no quisieron escucharlo, porque estaban desalentados a causa de la dura servidumbre. (Exodo 6, 9)

  • Moisés se excusó ante el Señor, diciendo: "Si los israelitas no quisieron escucharme, ¿cómo me va a escuchar el Faraón, a mí que no tengo facilidad de palabra?". (Exodo 6, 12)

  • Y dándose vuelta, regresó a su palacio sin atribuir mayor importancia a lo que había sucedido. (Exodo 7, 23)

  • El Nilo estará atestado de ranas, que subirán e invadirán tu palacio, tu dormitorio y hasta tu mismo lecho; se meterán en las casas de tus servidores y en las de tu pueblo, en tus hornos y utensilios de cocina. (Exodo 7, 28)

  • "Mañana", dijo el Faraón. Entonces Moisés añadió: "Que suceda conforme a tus palabras. Así sabrás que no hay nadie como el Señor, nuestro Dios. (Exodo 8, 6)

  • Así lo hizo el Señor, y una gran cantidad de tábanos se precipitó sobre el palacio del Faraón y sobre las casas de sus servidores; y todo el territorio de Egipto fue devastado por los tábanos. (Exodo 8, 20)

  • En efecto, al día siguiente el Señor cumplió su palabra y entonces murió todo el ganado de Egipto. A los israelitas, en cambio, no se les murió ni un solo animal. (Exodo 9, 6)

  • Algunos servidores del Faraón, atemorizados por la palabra del Señor, pusieron bajo techo a sus esclavos y su ganado; (Exodo 9, 20)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina