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  • Y la oración que ellos harán por ustedes pondrá de manifiesto el cariño que les profesan, a causa de la gracia sobreabundante que Dios derramó sobre ustedes. (II Corintios 9, 14)

  • En realidad, no pretendemos ponernos a la altura de algunos que se elogian a sí mismos, ni compararnos con ellos. El hecho de que se midan con su propia medida y se comparen consigo mismos, demuestra que proceden neciamente. (II Corintios 10, 12)

  • Les vuelvo a insistir: todos los que se circuncidan, están obligados a observar íntegramente la Ley. (Gálatas 5, 3)

  • Si ustedes buscan la justicia por medio de la Ley, han roto con Cristo y quedan fuera del dominio de la gracia. (Gálatas 5, 4)

  • que Dios derramó sobre nosotros, dándonos toda sabiduría y entendimiento. (Efesios 1, 8)

  • doy gracias sin cesar por ustedes, recordándolos siempre en mis oraciones. (Efesios 1, 16)

  • Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos, (Efesios 1, 18)

  • Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. (Efesios 2, 19)

  • Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos (Efesios 4, 17)

  • dando así ocasión al demonio. (Efesios 4, 27)

  • Cuiden mucho su conducta y no procedan como necios, sino como personas sensatas (Efesios 5, 15)

  • Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. (Efesios 6, 11)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina