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  • Además, había cuatro mesas para el holocausto, talladas en piedra, que tenían setenta y cinco centímetros de largo, setenta y cinco de ancho y cincuenta de alto. Sobre ellas se depositaban los instrumentos para inmolar las víctimas del holocausto y de los sacrificios. (Ezequiel 40, 42)

  • el primer año de su reinado, yo, Daniel, investigaba en los Libros el número de años que, según la palabra del Señor al profeta Jeremías, debían cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén: eran setenta años. (Daniel 9, 2)

  • Setenta semanas han sido fijadas sobre tu pueblo y tu Ciudad santa, para poner fin a la transgresión, para sellar el pecado, para expiar la iniquidad, para instaurar la justicia eterna, para sellar la visión y al profeta, y para ungir el Santo de los santos. (Daniel 9, 24)

  • Daniel dijo al rey: "Que se haga según tu palabra". Los sacerdotes eran setenta, sin contar las mujeres y los niños. (Daniel 14, 9)

  • Palabra del Señor que llegó a Miqueas de Moréset, en tiempos de Jotám, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá. Esto es lo que él vio acerca de Samaría y Jerusalén. (Miqueas 1, 1)

  • Por eso serás entregada como dote junto con Moréset Gat. Bet Aczib será una decepción para los reyes de Israel. (Miqueas 1, 14)

  • Entonces el ángel del Señor dijo: "Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo esperarás para compadecerte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado desde hace setenta años?". (Zacarías 1, 12)

  • Habla a todo el pueblo del país y a los sacerdotes, diciéndoles: Si ustedes han ayunado y se han lamentado en el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años, ¿es por mí que han practicado esos ayunos? (Zacarías 7, 5)

  • Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. (Mateo 18, 22)

  • Cainán, hijo de Enós; Enós, hijo de Set; Set, hijo de Adán; Adán, hijo de Dios. (Lucas 3, 38)

  • Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. (Lucas 10, 1)

  • Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre». (Lucas 10, 17)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina