Fondare 544 Risultati per: gran tribulación

  • Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. (Apocalipsis 12, 1)

  • Pero la Mujer recibió las dos alas de la gran águila para volar hasta su refugio en el desierto, donde debía ser alimentada durante tres años y medio, lejos de la Serpiente. (Apocalipsis 12, 14)

  • Un segundo Ángel lo siguió, anunciando: «Ha caído, ha caído la gran Babilonia, la que ha dado de beber a todas las naciones el vino embriagante de su prostitución». (Apocalipsis 14, 8)

  • El sexto derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y sus aguas se secaron, dejando paso libre a los reyes de Oriente. (Apocalipsis 16, 12)

  • Son los espíritus demoníacos que realizan prodigios y van a buscar a los reyes del mundo entero, con el fin de convocarlos para el combate del gran Día de Dios, el Todopoderoso. (Apocalipsis 16, 14)

  • La gran Ciudad se partió en tres y las ciudades paganas se derrumbaron. Dios se acordó de la gran Babilonia y le dio de beber la copa donde fermenta el vino de su ira. (Apocalipsis 16, 19)

  • Y la mujer que has visto es la gran Ciudad, la que reina sobre los reyes de la tierra». (Apocalipsis 17, 18)

  • Después vi que otro Ángel descendía del cielo con gran poder, mientras la tierra se iluminaba con su resplandor. (Apocalipsis 18, 1)

  • manteniéndose a distancia ante el horror de sus tormentos: «¡Ay, ay! ¡La gran Ciudad, Babilonia, la ciudad poderosa! Bastó una hora para que recibieras tu castigo». (Apocalipsis 18, 10)

  • «¡Ay, ay! ¡La gran Ciudad! Estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, resplandeciente de oro, de piedras preciosas y de perlas. (Apocalipsis 18, 16)

  • y contemplando la humareda del incendio, exclamaban: «¡Ninguna ciudad se podía comparar a la gran Ciudad!». (Apocalipsis 18, 18)

  • Y echándose tierra sobre su cabeza, llorando y lamentándose, decían: «¡Ay, ay! ¡La gran Ciudad! Con su opulencia se enriquecieron todos los que poseían barcos en el mar. ¡Y en una hora ha sido arrasada!». (Apocalipsis 18, 19)


“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina