Fondare 265 Risultati per: monte Sión

  • ¡Grita de alegría, hija de Sión! ¡Aclama, Israel! ¡Alégrate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén! (Sofonías 3, 14)

  • Aquel día, se dirá a Jerusalén: ¡No temas, Sión, que no desfallezcan tus manos! (Sofonías 3, 16)

  • Entonces el ángel me dijo: "Proclama esto: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo siento un gran celo por Jerusalén y por Sión, (Zacarías 1, 14)

  • Proclama también esto: Así habla el Señor de los ejércitos: Mis ciudades rebosarán de bienes; el Señor consolará de nuevo a Sión y elegirá otra vez a Jerusalén". (Zacarías 1, 17)

  • ¡Vamos! ¡Sálvate, Sión, tú, que habitas en Babilonia! (Zacarías 2, 11)

  • Grita de júbilo y alégrate, hija de Sión: porque yo vengo a habitar en medio de ti -oráculo del Señor-. (Zacarías 2, 14)

  • Así habla el Señor de los ejércitos: Siento un gran celo por Sión y ardo de pasión por ella. (Zacarías 8, 2)

  • Así habla el Señor: Yo he vuelto a Sión, y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén será llamada "Ciudad de la Fidelidad", y la montaña del Señor de los ejércitos, "Montaña Santa". (Zacarías 8, 3)

  • ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de júbilo, hija de Jerusalén! Mira que tu Rey viene hacia ti; él es justo y victorioso, es humilde y está montado sobre un asno, sobre la cría de un asna. (Zacarías 9, 9)

  • Porque yo tendí mi arco: es Judá; lo armé con Efraím. Lanzaré a tus hijos, Sión, contra tus hijos, Javán; te empuñaré como una espada de guerrero. (Zacarías 9, 13)

  • Aquel día, sus pies se asentarán sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, hacia el este. El monte de los Olivos se partirá por la mitad, de este a oeste, formando un inmenso valle: una mitad de la montaña se retirará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur. (Zacarías 14, 4)

  • Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. (Mateo 17, 1)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina