Fondare 265 Risultati per: monte Sión

  • Luego David cruzó al otro lado y se puso en la cima del monte, a lo lejos, de manera que había un gran espacio entre ellos. (I Samuel 26, 13)

  • Los filisteos entablaron combate con Israel. Los hombres de Israel huyeron ante ellos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (I Samuel 31, 1)

  • Al día siguiente, cuando llegaron los filisteos para despojar a las víctimas, encontraron a Saúl y a sus tres hijos tendidos sobre el monte Gelboé. (I Samuel 31, 8)

  • El joven respondió: "Yo estaba por casualidad en el monte Gelboé, y de pronto vi a Saúl apoyado en su lanza, mientras los carros y los caballos lo perseguían de cerca. (II Samuel 1, 6)

  • Sin embargo, David conquistó la fortaleza de Sión, es decir, la Ciudad de David. (II Samuel 5, 7)

  • Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. (I Reyes 8, 1)

  • y luego le compró a Sémer el monte de Samaría, por dos talentos de plata. Levantó edificaciones en la montaña, y dio a la ciudad que había edificado el nombre de Samaría, por el nombre de Sémer, el dueño del monte. (I Reyes 16, 24)

  • Y ahora, manda que todo Israel se reúna junto a mí en el monte Carmelo, con los cuatrocientos profetas de Baal y los cuatrocientos profetas de Aserá que comen a la mesa de Jezabel". (I Reyes 18, 19)

  • Ajab mandó buscar a todos los israelitas y reunió a los profetas sobre el monte Carmelo. (I Reyes 18, 20)

  • Desde allí se dirigió al monte Carmelo, y luego volvió a Samaría. (II Reyes 2, 25)

  • Así partió y llegó adonde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la divisó a lo lejos, dijo a Guejazí, su servidor: "Ahí viene nuestra sunamita. (II Reyes 4, 25)

  • Esta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él: Te desprecia, se burla de ti, la virgen hija de Sión; a tus espaldas mueve la cabeza la hija de Jerusalén. (II Reyes 19, 21)


“O amor e o temor devem sempre andar juntos. O temor sem amor torna-se covardia. São Padre Pio de Pietrelcina