Fondare 66 Risultati per: recompensa divina

  • El mal persigue a los pecadores, y el bien recompensa a los justos. (Proverbios 13, 21)

  • Valen más dos juntos que uno solo, porque es mayor la recompensa del esfuerzo. (Eclesiastés 4, 9)

  • No conocen los secretos de Dios, no esperan retribución por la santidad, ni valoran la recompensa de las almas puras. (Sabiduría 2, 22)

  • Pero los justos viven para siempre; su recompensa está en el Señor y el Altísimo se preocupa de ellos. (Sabiduría 5, 15)

  • Otorgó a los santos la recompensa de sus trabajos y los condujo por un camino admirable; fue para ellos una sombra protectora durante el día y un fulgor de estrellas durante la noche. (Sabiduría 10, 17)

  • Por eso, los santos hijos de los justos ofrecieron sacrificios en secreto, y establecieron de común acuerdo esta ley divina: que los santos compartirían igualmente los mismos bienes y los mismos peligros; y ya entonces entonaron los cantos de los Padres. (Sabiduría 18, 9)

  • También los justos experimentaron la muerte, y una multitud fue masacrada en el desierto. Pero la ira divina no duró mucho tiempo, (Sabiduría 18, 20)

  • porque muy pronto un hombre irreprochable salió en su defensa, con las armas de su propio ministerio: la oración y el incienso expiatorio. Él afrontó la cólera divina y puso fin a la calamidad, demostrando así que era tu servidor. (Sabiduría 18, 21)

  • Él venció la animosidad divina, no con la fuerza del cuerpo ni con el poder de las armas, sino que, por medio de la palabra, hizo entrar en razón al que infligía el castigo, recordándole las alianzas y los juramentos hechos a los Padres. (Sabiduría 18, 22)

  • Cuando los cadáveres yacían amontonados unos sobre otros, él se interpuso, contuvo la cólera divina y le cerró el camino hacia los que aún vivían. (Sabiduría 18, 23)

  • El temor del Señor aleja los pecados: el que persevera en él aparta la ira divina. (Eclesiástico 1, 21)

  • Los que temen al Señor, tengan confianza en él, y no les faltará su recompensa. (Eclesiástico 2, 8)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina