Fondare 343 Risultati per: travesía del desierto

  • Yo estableceré para ellos una alianza de paz y haré desaparecer del país a las bestias feroces. Ellos habitarán seguros en el desierto y dormirán en los bosques. (Ezequiel 34, 25)

  • Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Aquí estoy contra ti, montaña de Seír! Yo extenderé mi mano contra ti y te convertiré en un desierto desolado. (Ezequiel 35, 3)

  • Yo haré de la montaña de Seír un desierto desolado, y extirparé de ella al que va y al que viene. (Ezequiel 35, 7)

  • Si no, la desnudaré por completo y la dejaré como el día en que nació; haré de ella un desierto, la convertiré en tierra árida y la haré morir de sed. (Oseas 2, 5)

  • Por eso, yo la seduciré, la llevaré al desierto y le hablaré a su corazón. (Oseas 2, 16)

  • Como uvas en el desierto, yo encontré a Israel; como una breva en la higuera, al comienzo de la estación, yo vi a sus padres. Pero, al llegar a Baal Peor, se consagraron a la Ignominia y se hicieron abominables como el objeto de su amor. (Oseas 9, 10)

  • Yo te conocí en el desierto, en la tierra de la aridez. (Oseas 13, 5)

  • Por más que Efraím prospere entre sus hermanos, llegará el viento del este, el soplo del Señor, que sube del desierto, y se agotará su fuente, se secará su manantial. Él despojará el tesoro de todos los objetos preciosos. (Oseas 13, 15)

  • Delante de él, el fuego devora, detrás de él, la llama consume. El país es como un jardín de Edén delante de él, detrás de él, un desierto desolado. ¡Nada se le escapa! (Joel 2, 3)

  • Egipto se convertirá en una desolación y Edóm en un desierto desolado, a causa de la violencia cometida contra las hijos de Judá, cuya sangre inocente derramaron en su país. (Joel 4, 19)

  • Y a ustedes, los hice subir del país de Egipto y los conduje cuarenta años por el desierto, para que tomaran en posesión el país del amorreo. (Amós 2, 10)

  • ¿Acaso ustedes me ofrecieron sacrificios y oblaciones en el desierto durante cuarenta años, casa de Israel? (Amós 5, 25)


“O grau sublime da humildade é não só reconhecer a abnegação, mas amá-la.” São Padre Pio de Pietrelcina