Fondare 80 Risultati per: Ajab

  • El año quinto de Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, subió al trono Jorán, hijo de Josafat, rey de Judá. (II Reyes 8, 16)

  • Siguió la conducta de los reyes de Israel y de la casa de Ajab, pues estaba casado con una hija de este. Hizo lo que es malo a los ojos del Señor. (II Reyes 8, 18)

  • El año doce de Jorán, hijo de Ajab, rey de Israel, subió al trono Ocozías, hijo de Jorán, rey de Judá. (II Reyes 8, 25)

  • Siguió la conducta de la casa de Ajab, haciendo lo que es malo a los ojos del Señor, como la casa de Ajab, con la cual estaba emparentado. (II Reyes 8, 27)

  • Fue con Jorán, hijo de Ajab, a luchar contra Jazael, rey de Siria, en Ramot de Galaad, donde cayó herido Jorán, (II Reyes 8, 28)

  • que se vio obligado a retirarse a Yezrael para curarse de las heridas recibidas en Ramot cuando luchaba contra Jazael, rey de Siria. Ocozías, hijo de Jorán, rey de Judá, fue a visitar a Jorán, hijo de Ajab, en Yezrael, mientras convalecía. (II Reyes 8, 29)

  • Exterminarás a la casa de Ajab, tu señor, y yo tomaré venganza en Jezabel de la sangre de mis siervos, los profetas, y de la sangre de todos los siervos del Señor. (II Reyes 9, 7)

  • Toda la casa de Ajab perecerá, porque yo exterminaré de Ajab todo varón, sea libre o esclavo, en Israel. (II Reyes 9, 8)

  • Y haré de la casa de Ajab como de la casa de Jeroboán, hijo de Nabat, o de la casa de Basá, hijo de Ajías. (II Reyes 9, 9)

  • Jehú dijo a Bidcar, su ayudante: "Agárralo y tíralo en la heredad de Nabot, el yezraelita, porque me acuerdo que cuando tú y yo cabalgábamos enrolados en el séquito de Ajab, su padre, el Señor fulminó contra él esta sentencia: (II Reyes 9, 25)

  • Ocozías había subido al trono de Judá el año undécimo de Jorán, hijo de Ajab. (II Reyes 9, 29)

  • Ajab tenía setenta hijos en Samaría, y Jehú escribió cartas y las envió a Samaría a los grandes de la ciudad, a los ancianos y a los tutores de los hijos de Ajab, diciendo: (II Reyes 10, 1)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina