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  • El ángel me mostró un río de agua viva, transparente como un cristal, que manaba del trono de Dios y del cordero. (Apocalipsis 22, 1)

  • En medio de la plaza de la ciudad, y a un lado y otro del río, hay árboles de la vida, que dan doce frutos al año, una vez al mes. Las hojas de los árboles sirven para curar a las naciones. (Apocalipsis 22, 2)

  • Ya no habrá maldición alguna. El trono de Dios y del cordero estará en la ciudad, y los servidores de Dios lo adorarán; (Apocalipsis 22, 3)

  • No habrá ya noche, no tendrán ya necesidad de la luz de una lámpara ni de la del sol, porque el Señor Dios los alumbrará, y reinarán por los siglos de los siglos. (Apocalipsis 22, 5)

  • Y me dijo: "Estas palabras son ciertas y auténticas, y el Señor Dios de los espíritus de los profetas ha enviado a su ángel a mostrar a sus servidores lo que va a suceder en seguida. (Apocalipsis 22, 6)

  • Voy a llegar en seguida. Dichoso el que guarda la palabra de la profecía de este libro". (Apocalipsis 22, 7)

  • Yo, Juan, soy el que he oído y visto estas cosas. Cuando las oí y vi, caí a los pies del ángel que me las había mostrado para adorarlo. (Apocalipsis 22, 8)

  • Pero él me dijo: "No lo hagas, pues yo soy un servidor, como tú y tus hermanos los profetas y los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios". (Apocalipsis 22, 9)

  • Y me dijo: "No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está próximo. (Apocalipsis 22, 10)

  • Dichosos los que lavan sus vestidos para tener derecho al árbol de la vida y a entrar en la ciudad por las puertas. (Apocalipsis 22, 14)

  • Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para testificar estas cosas acerca de las Iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la estrella radiante de la mañana". (Apocalipsis 22, 16)

  • El Espíritu y la esposa dicen: "Ven". El que escuche, diga: "Ven". El que tenga sed, que venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida. (Apocalipsis 22, 17)


“Enquanto tiver medo de ser infiel a Deus, você não será’. Deve-se ter medo quando o medo acaba!” São Padre Pio de Pietrelcina