Fondare 112 Risultati per: ayuda divina

  • Porque al llevar esta ayuda a los hermanos no sólo les remediamos en sus necesidades, sino que también los impulsamos a que den gracias a Dios. (II Corintios 9, 12)

  • Al darles esta ayuda, ellos alabarán a Dios, pues comprueban que obedecéis al evangelio de Cristo, ya que demostráis tener una generosa solidaridad con ellos y con todos. (II Corintios 9, 13)

  • Fue crucificado en razón de su flaqueza, pero ahora vive por el poder de Dios. Yo también participo de su debilidad y participaré, frente a vosotros, de su poderosa vida divina. (II Corintios 13, 4)

  • Fui, impulsado por una revelación divina; y, en privado, expuse a los dirigentes el evangelio que predico a los paganos, para saber si estaba o no trabajando inútilmente. (Gálatas 2, 2)

  • Nosotros también éramos de ésos cuando nos dejábamos llevar de las apetencias carnales, sujetos a los deseos de nuestros instintos y a nuestra imaginación. Éramos, por naturaleza, objeto de la ira divina, igual que los demás. (Efesios 2, 3)

  • Y a ti, leal compañero, te ruego que prestes tu ayuda a éstas, que han trabajado mucho en el evangelio conmigo y con Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida. (Filipenses 4, 3)

  • acciones por las que sobreviene la ira divina sobre los rebeldes (Colosenses 3, 6)

  • Porque es propio de la justicia divina retribuir con sufrimientos a los que os hacen sufrir, (II Tesalonicenses 1, 6)

  • Ayuda a las viudas que lo sean de verdad. (I Timoteo 5, 3)

  • Así pues, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero. Al contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el evangelio, con la ayuda del poder de Dios, (II Timoteo 1, 8)

  • Guarda este preciado depósito con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros. (II Timoteo 1, 14)

  • Esfuérzate por presentarte ante Dios como un hombre probado, como un obrero que no tiene de qué ruborizarse, como fiel predicador de la palabra divina. (II Timoteo 2, 15)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina