Znaleziono 240 Wyniki dla: nación santa
Pero no había escogido Dios al pueblo para el Templo, sino el Templo para la nación. (2 Macabeos 5, 19)
Por esto, también el Templo ha participado de las desgracias de la nación, así como después participó de su restauración, y tras haber sido abandonado en el tiempo de la ira de Dios, de nuevo fue restablecido en su gloria cuando se apaciguó el Señor Altísimo. (2 Macabeos 5, 20)
Y con su muerte dejó un ejemplo de nobleza y un monumento de virtud y fortaleza, no solamente a los jóvenes sino a toda la nación. (2 Macabeos 6, 31)
Por votación pública decidieron que la nación entera de los judíos conmemorara todos los años este acontecimiento. (2 Macabeos 10, 8)
deseando por nuestra parte que esta nación viva en paz, hemos decretado que les sea restituido el Templo y se les deje vivir según las leyes y costumbres de sus padres. (2 Macabeos 11, 25)
Pero creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. Esta fue la razón por la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos; para que fueran perdonados de su pecado. (2 Macabeos 12, 45)
Entérate, oh rey, de todo esto, mira por nuestro país y por nuestra nación asediada por todas partes con esa benevolencia que tú tienes para todos; (2 Macabeos 14, 9)
Los sacerdotes, con las manos tendidas al cielo, invocaron a Aquel que sin cesar defendió nuestra nación, diciendo: (2 Macabeos 14, 34)
Entonces el sumo sacerdote Onías había dicho a Judas: «Este es el que ama a sus hermanos, el que ruega sin cesar por el pueblo judío y por la Ciudad Santa. Es Jeremías, el profeta de Dios.» (2 Macabeos 15, 14)
Animados por estas bellísimas palabras de Judas, capaces de estimular el valor y de robustecer las almas jóvenes, decidieron no establecer un campamento con defensas sino lanzarse valerosamente a la ofensiva y resolver la situación luchando con toda valentía, pues estaba en peligro la Ciudad Santa de Jerusalén, la religión y el Templo. (2 Macabeos 15, 17)
Entonces bendijeron al Cielo diciendo: «¡Bendito sea el que no dejó que profanaran su Casa Santa!» (2 Macabeos 15, 34)
Una nación crece por la justicia; el pecado es la vergüenza de los pueblos. (Proverbios 14, 34)