I Juan, 3

La Biblia de Jerusalén

1 Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!. El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.

2 Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.

3 Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

4 Todo el que comete pecado comete también la iniquidad, pues el pecado es la iniquidad.

5 Y sabéis que él se manifestó para quitar los pecados y en él no hay pecado.

6 Todo el que permanece en él, no peca. Todo el que peca, no le ha visto ni conocido.

7 Hijos míos, que nadie os engañe. Quien obra la justicia es justo, como él es justo.

8 Quien comete el pecado es del Diablo, pues el Diablo peca desde el principio. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del Diablo.

9 Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado porque su germen permanece en él; y no puede pecar porque ha nacido de Dios.

10 En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano.

11 Pues este es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros.

12 No como Caín, que, siendo del Maligno, mató a su hermano. Y ¿por qué le mató? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas.

13 No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece.

14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte.

15 Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él.

16 En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos.

17 Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?

18 Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.

19 En esto conoceremos que somos de la verdad, y tranquilizaremos nuestra conciencia ante Él,

20 en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo.

21 Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios,

22 y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.

23 Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó.

24 Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.




Versículos relacionados com I Juan, 3:

1 San Juan 3 se ocupa de la afiliación divina, el amor fraternal y la práctica del pecado. El capítulo comienza destacando el amor del Padre por nosotros, que se llaman los hijos de Dios. Luego, el autor enfatiza que el que practica el pecado es el hijo del diablo, por los pecados del diablo desde el principio. También destaca la importancia de amar a los demás y muestra que este amor es una señal de que pertenecemos a Dios. Finalmente, el capítulo habla sobre la práctica de la justicia y cómo esto es evidencia de que nacemos de Dios.

Romanos 8:16: "El Espíritu mismo es testigo de nuestro Espíritu de que somos hijos de Dios". Este versículo destaca la idea de la filiación divina mencionada en 1 San Juan 3. El autor de Romanos dice que el Espíritu Santo testifica que somos hijos de Dios y, por lo tanto, podemos llorarle como "Abba, Padre".

1 Corintios 15:33: "No se deje engañar: la mala compañía corrompe la buena moral". Este verso está relacionado con el extracto en el que el autor de 1 San Juan 3 enfatiza la importancia de amar a los demás. La mala compañía puede llevar a una persona a practicar el pecado, mientras que el amor por los vecinos debería llevarlos a hacer el bien.

Hebreos 2:14-15: "Dado que los niños tienen carne y sangre comunes, también participó en estas cosas, de modo que por su muerte derrotó al que tiene el poder de la muerte, es decir, el Diablo, y liberar a los que La vida fue esclavizada por miedo a la muerte ". Este versículo habla sobre la derrota del diablo, mencionado en 1 San Juan 3 como el que peca desde el principio. La muerte de Jesús en la cruz libera a personas del poder del diablo y el miedo a la muerte.

Santiago 2:14-17: "¿De qué punto tiene, mis hermanos? ¿Alguien dice que tiene fe si no tiene obras? Te dices: "Ve en paz, te calientas y te alimentes hasta que te satisfagas", pero para darte algo, ¿de qué sirve esto? Está muerto ". Este versículo está relacionado con la idea de que la práctica de la justicia es evidencia de que nacemos de Dios, mencionado en 1 San Juan 3. James enfatiza que la fe sin obras está muerta, es decir, la fe debe estar acompañada de acciones que demuestran amor. del vecino.



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