10. No me di cuenta de que en la pared había golondrinas y, estando con los ojos abiertos, las golondrinas dejaron caer sobre mis ojos sus excrementos calientes, causándome unas manchas blancas. Acudí a los médicos buscando curación; pero cuantos más ungüentos me aplicaban, menos veía, hasta que me quedé completamente ciego. Durante cuatro años no pude ver. Mis hermanos estaban afligidos. Ajicar se preocupó de mi alimento durante dos años, hasta que se marchó a Elimaida.





“O amor tudo esquece, tudo perdoa, sem reservas.” São Padre Pio de Pietrelcina