Encontrados 611 resultados para: Mano

  • Gedeón dijo a Dios: «Si de verdad vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho, concédeme esto. (Jueces 6, 36)

  • Yo voy a tender un vellón de lana en la era. Si cae el rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que salvarás a Israel por mi mano, como has prometido.» (Jueces 6, 37)

  • Entonces los israelitas rompieron los jarrones, sacaron las antorchas y tocaron los cuernos con la otra mano. Así lo hicieron los tres bandos, gritando: «¡Por Yavé y por Gedeón!» (Jueces 7, 20)

  • Los israelitas no se acordaron más de Yavé, su Dios, que los había librado de la mano de todos los enemigos que los rodeaban. (Jueces 8, 34)

  • Pues mi padre combatió por ustedes; arriesgando su vida, los libró de la mano de Madián, (Jueces 9, 17)

  • Pero él decía «Sibbolet», porque no podía pronunciarlo bien. Entonces le echaban mano y lo degollaban junto a los vados del Jordán. Perecieron en aquella ocasión cuarenta y dos mil hombres de Efraím. (Jueces 12, 6)

  • «Si Yavé hubiera querido matarnos, no habría aceptado de nuestra mano el holocausto ni la ofrenda; no nos habría mostrado todas estas cosas ni dicho lo que acabamos de oír.» (Jueces 13, 23)

  • El espíritu de Yavé tomó a Sansón y, sin tener nada en la mano, despedazó al león como lo hubiera hecho con un cabrito. Pero nada de esto le contó ni a su padre ni a su madre. (Jueces 14, 6)

  • Los hombres de Judá les preguntaron: «¿Por qué han venido a atacarnos?» Respondieron: «Venimos a echar mano a Sansón, y lo trataremos como nos trató a nosotros.» (Jueces 15, 10)

  • Entonces sintió una sed terrible e invocó a Yavé diciendo: «Tú has logrado esta gran victoria por mano de tu siervo y ahora voy a morir de sed y a caer en manos de los incircuncisos.» (Jueces 15, 18)

  • Sansón dijo entonces al muchacho que lo llevaba de la mano: «Guíame para que pueda tocar las columnas en las que descansa la casa y así consiga apoyarme en ellas.» (Jueces 16, 26)

  • Su madre respondió: «¡Que mi hijo sea bendito de Yavé!» Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Pero su madre le dijo: «Yo quería consagrar este dinero a Yavé y dárselo de mi propia mano, para que, con este dinero, mi hijo se hiciera una estatua con una cubierta de metal. Así que te doy esta plata.» (Jueces 17, 3)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina