Encontrados 75 resultados para: jueces del Antiguo Testamento

  • y les dijo a los jueces: «Miren bien lo que hacen, porque ustedes no juzgan en nombre de los hombres, sino en nombre de Yavé, que está con ustedes cuando administran justicia. (2 Crónicas 19, 6)

  • Que el temor a Yavé esté con ustedes. Cuiden bien lo que hacen, porque Yavé, nuestro Dios, no tolera que se hagan favores a uno más que a otro; no soporta a los jueces pervertidos ni a los que se dejan comprar con regalos.» (2 Crónicas 19, 7)

  • «Rejum, gobernador, y Simsay, secretario, y demás colegas, los jueces y legados, funcionarios persas; las gentes de Erec, de Babilonia y de Susa, es decir, los elamitas (Esdras 4, 9)

  • Y tú, Esdras, según la sabiduría que de Dios tienes, nombra jueces y magistrados que administren justicia a todo el pueblo del otro lado del río, a todos los que conocen la Ley de tu Dios; y enséñasela a los que no la conocen. (Esdras 7, 25)

  • Nuestros jefes podrían representar a toda la asamblea. Los que en nuestras ciudades se hayan casado con mujeres extranjeras vendrían cada cierto tiempo, acompañados de los dirigentes locales y de los jueces de cada ciudad, hasta que hayamos apartado de nosotros el enojo de nuestro Dios por causa de este asunto.» (Esdras 10, 14)

  • Tu antiguo estado parecerá bien poco, tan feliz será el nuevo. (Job 8, 7)

  • En una nación dominada por un tirano, él venda los ojos de los jueces, pues si no es él, ¿quién será entonces? (Job 9, 24)

  • ¿Quieres seguir el antiguo camino que anduvieron los hombres perversos? (Job 22, 15)

  • Pues hubiera sido una infamia, un crimen condenado por los jueces, (Job 31, 11)

  • Si he alzado mi mano contra un huérfano porque pensaba que podía contar con los jueces, (Job 31, 21)

  • Pues bien, reyes, entiendan, recapaciten, jueces de la tierra. (Salmos 2, 10)

  • Pero el Señor no lo deja en sus manos ni permite que sus jueces lo condenen. (Salmos 37, 33)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina