Encontrados 113 resultados para: palacio

  • El rey Sedecías mandó a buscarlo y lo interrogó en secreto, en su palacio: «¿Acaso tienes una palabra de Yavé?» «Sí», respondió Jeremías, y agregó: «Serás entregado en manos del rey de Babilonia.» (Jeremías 37, 17)

  • Pero un oficial del palacio, el etíope Abdemalec, oyó decir que habían echado a Jeremías en el pozo. (Jeremías 38, 7)

  • Salió del palacio y fue al encuentro del rey, que estaba sentado a la Puerta de Benjamín y le habló en estos términos: (Jeremías 38, 8)

  • Abdemalec consiguió los hombres, volviendo con ellos al palacio del rey. Ahí, del ropero de la sala del tesoro, tomó trapos y ropas gastadas, y por medio de sogas los pasó a Jeremías, diciéndole: (Jeremías 38, 11)

  • Todas tus mujeres que han quedado en el palacio del rey de Judá son llevadas a los generales del rey de Babilonia, y se burlan de ti con esta canción: «Te han engañado tus buenos amigos; al hundirse tus pies en el fango, ellos te abandonaron.» (Jeremías 38, 22)

  • Los caldeos incendiaron el palacio real y las casas del pueblo, y demolieron las murallas de Jerusalén. (Jeremías 39, 8)

  • «Toma unas piedras grandes y, a la vista de los judíos, mételas en el cemento de la plaza cuadrada que hay a la entrada del palacio de Faraón, en Tafnes. (Jeremías 43, 9)

  • A la sombra de Jesbón se pararon, sin fuerzas, los fugitios. Pero ha salido un fuego de Jesbón, una llama del palacio de Sijón, que ha devorado las sienes de Moab y el cráneo de esta gente revoltosa. (Jeremías 48, 45)

  • Incendió el Templo de Yavé, el palacio real y todas las casas de Jerusalén. (Jeremías 52, 13)

  • Entre los ciudadanos hizo apresar a un oficial del palacio que mandaba a los soldados, a siete familiares del rey que fueron encontrados en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado del reclutamiento, y a sesenta personas de condición que se hallaban en la ciudad. (Jeremías 52, 25)

  • Estos debían ser sin ningún defecto; debían tener buena presencia y ser de buen juicio, bien instruidos y bien educados. Permanecerían en el palacio del rey, donde se les enseñaría la lengua y la escritura de los caldeos. (Daniel 1, 4)

  • El rey dispuso que todos los días se les diera comida de la preparada para la gente del palacio y vino del que ellos bebían. Después que fueran mantenidos por espacio de tres años, servirían en la presencia del rey. (Daniel 1, 5)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina