Encontrados 156 resultados para: Moab

  • Por eso, Moab gime por sí mismo, todos están gimiendo. ¡Por las tortas de uva de Quir Jaréset, ellos suspiran, enteramente abatidos! (Isaías 16, 7)

  • Por eso, mis entrañas vibran como una lira por Moab, y mi corazón, por Quir Jaréset. (Isaías 16, 11)

  • Por más que Moab se presente y se fatigue en los lugares altos, por más que vaya a su santuario a orar, no le valdrá de nada. (Isaías 16, 12)

  • Esta es la palabra que el Señor pronunció hace tiempo sobre Moab. (Isaías 16, 13)

  • Y ahora, así habla el Señor: "Dentro de tres años, computados como los años de un mercenario, la gloria de Moab será envilecida, a pesar de su inmensa muchedumbre: no quedará más que un poco, muy poco, casi nada". (Isaías 16, 14)

  • Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña, pero Moab será pisoteado en su suelo, como se pisotea la paja en el estercolero. (Isaías 25, 10)

  • a Egipto, a Judá, a Edóm, a los amonitas, a Moab y a todos los "Sienes rapadas" que habitan en el desierto. Porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón. (Jeremías 9, 25)

  • a Edóm, Moab y los amonitas; (Jeremías 25, 21)

  • Luego enviarás un mensaje al rey de Edóm, al rey de Moab, al rey de los amonitas, al rey de Tiro y al rey de Sidón, por medio de los mensajeros que vinieron a Jerusalén para ver a Sedecías, rey de Judá. (Jeremías 27, 3)

  • También los judíos que estaban en Moab, entre los amonitas y en Edóm, y los que estaban en todos los demás países, oyeron que el rey de Babilonia había dejado un resto de Judá y le había puesto como gobernador a Godolías, hijo de Ajicám, hijo de Safán. (Jeremías 40, 11)

  • Para Moab. Así habla el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ¡Ay de Nebo, porque ha sido devastada! ¡Ha sido tomada Quiriataim, la ciudadela está humillada y deshecha! (Jeremías 48, 1)

  • ¡Ya no existe la gloria de Moab! En Jesbón traman el mal contra ella: "¡Vengan, extirpémosla como nación!". También tú, Madmén, serás reducida a silencio, la espada avanza detrás de ti. (Jeremías 48, 2)


“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina