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Hoy mismo hará un alto en Nob, y extenderá su brazo sobre el cerro de la hija de Sión, la colina de Jerusalén... (Isaías 10, 32)
En lo alto de un cerro pelado coloquen una bandera, lancen gritos de guerra, háganles señas con la mano para que entren por las puertas de los príncipes. (Isaías 13, 2)
Ustedes, habitantes del universo y pobladores de la tierra, miren esta bandera en lo alto de los cerros, y escuchen el sonido del clarín. (Isaías 18, 3)
El vigía exclamó: «En lo alto de la torre, mi señor, estoy de pie todo el día, y en mi puesto de guardia permanezco alerta toda la noche. (Isaías 21, 8)
La tierra ha sido profanada por los pies de sus habitantes, que pasaron por alto las leyes, violaron los mandamientos y no cumplieron el contrato eterno. (Isaías 24, 5)
el que logre salvarse del pánico caerá en la fosa; y el que se libre de la fosa quedará atrapado en la trampa. Las compuertas de lo alto se han abierto y los cimientos de la tierra se han estremecido. (Isaías 24, 18)
Ese día Yavé pedirá cuentas al ejército de los cielos, allá en lo alto, y aquí abajo, a los reyes de la tierra; (Isaías 24, 21)
¡Ay de esa ciudad, pretenciosa corona de los borrachos de Efraím, esplendido adorno de flores marchitas en lo alto del valle fértil! ¡Todos quedan tendidos por el vino! (Isaías 28, 1)
Su esplendido adorno de flores marchitas en lo alto del valle fértil será como la primera breva que madura, que, en cuanto uno la ve, la toma con la mano y se las come. (Isaías 28, 4)
Sobre cualquier cerro alto y sobre cualquier colina elevada habrá arroyuelos y vertientes cuando llegue el día de la gran matanza y se vengan abajo los castillos. (Isaías 30, 25)
Sube a un alto cerro tú que le llevas a Sión una buena nueva. ¡Haz resonar tu voz, grita sin miedo, tú que llevas a Jerusalén la noticia! Diles a las ciudades de Judá: «¡Aquí está su Dios!» (Isaías 40, 9)
Que los cielos manden de lo alto, como lluvia, y las nubes descarguen la Justicia. Que se abra la tierra y produzca su fruto, que es la salvación, y al mismo tiempo florezca la justicia, porque soy yo, Yavé, quien lo envió. (Isaías 45, 8)