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Entonces harás resonar un fuerte toque de trompeta: el día diez del séptimo mes -el día de la Expiación- ustedes harán sonar la trompeta en todo el país. (Levítico 25, 9)
Los nombres de los hijos de Aarón eran los siguientes: Nadab -el primogénito- y Abihú, Eleazar e Itamar. (Números 3, 2)
Habla en estos términos a los israelitas: Si alguien, sea hombre o mujer, hace un voto especial -el voto de nazireo- con el fin de consagrarse al Señor, (Números 6, 2)
Cualquiera que toque un cadáver -el cuerpo de un hombre que ha muerto- y no se purifique, mancha la Morada del Señor y será excluido de Israel. Como no ha sido rociado con el agua lustral, permanece impuro: su impureza todavía está sobre él. (Números 19, 13)
"Nuestro padre murió en el desierto. Él no formó parte del grupo que se amotinó contra el Señor -el grupo de Coré- sino que murió por su propio pecado y no tuvo ningún hijo varón. (Números 27, 3)
El día quince del primer mes -el día siguiente a la Pascua- los israelitas partieron de Ramsés. Salieron triunfalmente, a la vista de todo Egipto, (Números 33, 3)
Y cedí a media tribu de Manasés el resto de Galaad y todo Basán -el reino de Og- incluyendo el distrito de Argob. Ahora bien, todo Basán es lo que hoy se llama Tierra de Gigantes. (Deuteronomio 3, 13)
Y ese profeta o ese intérprete de sueños deberá ser castigado con la muerte, por haber incitado a la rebelión contra el Señor, tu Dios -el que te hizo salir de Egipto y te rescató de la esclavitud- para desviarte del camino por donde él te ordenó que fueras. Así harás desaparecer el mal de entre ustedes. (Deuteronomio 13, 6)
Si tu hermano -el hijo de tu padre o de tu madre- tu hijo o tu hija, la esposa que duerme en tus brazos, o tu amigo más íntimo, trata de seducirte en secreto, diciendo: "Vamos a servir a otros dioses", que ni tú ni tus padres conocieron (Deuteronomio 13, 7)
Dijo acerca de José: "Que el Señor bendiga su tierra con el más excelente don del cielo -el rocío- y con el océano que se extiende por debajo; (Deuteronomio 33, 13)
Apenas llegaron al Jordán y sus pies tocaron el borde de las aguas -el Jordán se desborda por sus dos orillas durante todo el tiempo de la cosecha- (Josué 3, 15)
las aguas detuvieron su curso: las que venían de arriba se amontonaron a una gran distancia, cerca de Adam, la ciudad que está junto a Sartán; y las que bajaban hacia el mar de la Arabá -el mar de la Sal- quedaron completamente cortadas. Así el pueblo cruzó a la altura de Jericó. (Josué 3, 16)