Gefunden 143 Ergebnisse für: juicio divino

  • Pero el Señor reina eternamente y establece su trono para el juicio: (Salmos 9, 8)

  • pero el Señor no lo abandona en sus manos ni deja que lo condenen en el juicio. (Salmos 37, 33)

  • Él llama desde lo alto al cielo y a la tierra, para entablar un juicio contra su pueblo: (Salmos 50, 4)

  • Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Por eso, será justa tu sentencia y tu juicio será irreprochable; (Salmos 51, 6)

  • cuando te alzas para el juicio, Señor, para salvar a los humildes de la tierra. Pausa (Salmos 76, 10)

  • que salga condenado del juicio y su apelación quede frustrada. (Salmos 109, 7)

  • No llames a juicio a tu servidor, porque ningún ser viviente es justo en tu presencia. (Salmos 143, 2)

  • Como la multitud estaba muy excitada y había llegado al colmo de su furor, Lisímaco armó cerca de tres mil hombres e inició una violenta represión, poniendo al frente a un tal Arauno, hombre avanzado en edad no menos que en falta de juicio. (II Macabeos 4, 40)

  • porque todavía no has escapado al juicio del Dios todopoderoso que ve todas las cosas. (II Macabeos 7, 35)

  • Nuestros hermanos, después de haber soportado un breve tormento, gozan ahora de la vida inagotable, en virtud de la Alianza de Dios. Pero tú, por el justo juicio de Dios, soportarás la pena merecida por tu soberbia. (II Macabeos 7, 36)

  • Enfurecido a causa de esto, pensaba desquitarse con los judíos de la afrenta que le habían inferido los que le obligaron a emprender la retirada. Entonces ordenó al auriga que condujera el carro sin parar hasta el fin del trayecto. Pero, en realidad, ya era inminente el juicio del Cielo porque él había dicho lleno de arrogancia: "Al llegar allí, haré de Jerusalén un cementerio de judíos". (II Macabeos 9, 4)

  • Sólo entonces, en aquel estado de postración, comenzó a ceder en su desmedida soberbia y a entrar en razón, por los dolores que se hacían cada vez más intensos a causa del castigo divino. (II Macabeos 9, 11)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina