Salmos, 36
12. ¡Que el pie del orgullo no me alcance, ni la mano de los impíos me avente!
12. ¡Que el pie del orgullo no me alcance, ni la mano de los impíos me avente!
El Salmo 36 es un poema que compara la bondad y la justicia de Dios con la maldad y la arrogancia de los malvados. El salmista expresa su admiración por la grandeza de Dios, que es fiel y amoroso para quienes lo buscan. Él contrasta esto con la arrogancia y el pecado de los malvados, que no tienen miedo a Dios en sus corazones. A continuación hay cinco versos relacionados con los temas cubiertos en el Salmo 36:
Salmo 33:5: "Él ama la justicia y la justicia; la tierra está llena de la bondad del Señor". Este versículo habla de la justicia y la bondad de Dios, que son temas importantes en el Salmo 36.
Proverbios 3:5-6: "Confía en el Señor de todo tu corazón y no confíes en tu propio entendimiento; reconoce al Señor en todos tus caminos, y él enderezará tus caminos". Este versículo habla de la importancia de confiar en Dios y buscar su orientación en nuestras vidas, un tema que se enfatiza en el Salmo 36.
Romanos 3:23-24: "Porque todos han pecado y privado son de la gloria de Dios, siendo justificado de forma gratuita por Su gracia, a través de la redención que se encuentra en Cristo Jesús". Este versículo habla de la naturaleza pecaminosa de la humanidad, que se contrasta con la justicia y la bondad de Dios en el Salmo 36.
Isaías 55:6-7: "Busca al Señor siempre que uno pueda encontrar, invocarlo mientras está cerca. Deja a los malvados a su manera, y al hombre malvado sus pensamientos, y convierte al Señor, para darle forma a él". Este versículo habla de la importancia de buscar a Dios y alejarse del pecado, un tema que se aborda en el Salmo 36.
1 Juan 1:9: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y solo para perdonarnos nuestros pecados y purificarnos de toda injusticia". Este versículo habla del perdón de Dios para aquellos que se arrepienten de sus pecados y lo buscan, un tema que se enfatiza en el Salmo 36.
O maldito “eu” o mantém apegado à Terra e o impede de voar para Jesus. São Padre Pio de Pietrelcina