Found 316 Results for: Saúl

  • Los israelitas que vivían en la parte alta del valle y al otro lado del Jordán vieron huir a las tropas de Israel. Cuando supieron que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus pueblos y huyeron y los filisteos subieron a ocuparlos. (1 Samuel 31, 7)

  • Al otro día bajaron los filisteos para despojar a los muertos. Encontraron a Saúl muerto junto a sus tres hijos en el monte Gelboé. Le cortaron la cabeza y lo despojaron de sus armas. (1 Samuel 31, 8)

  • Colocaron las armas de Saúl en el templo de Astarté y colgaron su cuerpo en el muro de Betsán. (1 Samuel 31, 10)

  • Los habitantes de Jabés de Galaad supieron lo que los filisteos habían hecho con Saúl. (1 Samuel 31, 11)

  • Entonces se juntaron todos los más valientes y después de marchar toda la noche tomaron el cadáver de Saúl y los de sus hijos de las murallas de Betsán. (1 Samuel 31, 12)

  • Después de la muerte de Saúl, David volvió de su campaña victoriosa contra los amalecitas. Llevaba ya dos días en Siquelag cuando, (2 Samuel 1, 1)

  • al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl con la ropa hecha tiras y la cabeza cubierta de polvo. Al llegar a David, se agachó tirándose al suelo. (2 Samuel 1, 2)

  • David le dijo: «Cuéntame, te ruego, ¿qué ha pasado?» El respondió: «El pueblo fue derrotado y huyó. Muchos han caído y entre los muertos están Saúl y su hijo Jonatán.» (2 Samuel 1, 4)

  • David preguntó al muchacho que le informaba: «¿Cómo sabes que murieron Saúl y su hijo Jonatán?» (2 Samuel 1, 5)

  • Respondió el joven: «Yo me encontraba, por casualidad, en el cerro Gelboé, y vi a Saúl apoyado en su lanza y cercado por carros y hombres a caballo. (2 Samuel 1, 6)

  • Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo de Yavé y por la nación de Israel, porque habían caído por la espada. (2 Samuel 1, 12)

  • David compuso el siguiente cántico fúnebre para Saúl y su hijo Jonatán, (2 Samuel 1, 17)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina