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  • Jesús ya no podía moverse libremente como quería entre los judíos. Se retiró, pues, a la región cercana al desierto y se quedó con sus discípulos en una ciudad llamada Efraín. (Evangelio según San Juan 11, 54)

  • El jefe de la policía del Templo y los jefes de los sacerdotes quedaron desconcertados al oír esto y se preguntaban qué podía haber sucedido. (Hecho de los Apóstoles 5, 24)

  • Saben que nunca me eché atrás cuando algo podía ser útil para ustedes. Les prediqué y enseñé en público y en las casas, (Hecho de los Apóstoles 20, 20)

  • Pero entre la gente unos gritaban una cosa y otros otra. Al ver el comandante que no podía sacar nada en claro a causa del alboroto, dio orden de que llevaran a Pablo a la fortaleza. (Hecho de los Apóstoles 21, 34)

  • No vaciló en su fe, olvidando que su cuerpo ya no podía dar vida -tenía entonces unos cien años- y que su esposa Sara ya no podía tener hijos. (Carta a los Romanos 4, 19)

  • No había Ley todavía, pero el pecado ya estaba en el mundo. Mientras no había Ley, nadie podía ser tenido por rebelde, pero no obstante el pecado estaba en el mundo. (Carta a los Romanos 5, 13)

  • Esto no lo podía hacer la Ley, por cuanto la carne era débil y no le respondía. Dios entonces quiso que su propio Hijo llevara esa carne pecadora; lo envió para enfrentar al pecado, y condenó el pecado en esa carne. (Carta a los Romanos 8, 3)

  • En realidad les escribí para comprobar si podía contar con ustedes y con su total obediencia. (2º Carta a los Corintios 2, 9)

  • Como no podía soportarlo más, decidí quedarme solo en Atenas (1º Carta a los Tesalonicenses 3, 1)

  • En los días de su vida mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su religiosa sumisión. (Carta a los Hebreos 5, 7)

  • Condenaron y mataron al inocente, pues ¿cómo podía defenderse? (Carta de Santiago 5, 6)

  • Cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender aquel canto, a excepción de los ciento cuarenta y cuatro mil que han sido rescatados de la tierra. (Apocalipsis 14, 3)


“A sua casa deve ser uma escada para o Céu”. São Padre Pio de Pietrelcina