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El respondió: «Yo soy.» Le dijo Manoaj: «Cuando tu palabra se cumpla, ¿qué norma y qué conducta ha de seguir el niño?» (Jueces 13, 12)
El Angel de Yavé respondió a Manoaj: «Deberá abstenerse de todo lo que indiqué a esta mujer. (Jueces 13, 13)
El Angel de Yavé le respondió: «¿Por qué me preguntas el nombre? Es Admirable.» (Jueces 13, 18)
Y dijo a su esposa: «Seguro que vamos a morir porque hemos visto a Dios.» Ella le respondió: (Jueces 13, 22)
Su padre y su madre le dijeron: «¿No hay ninguna mujer entre las hijas de tus hermanos y en todo el pueblo, para que vayas a tomar mujer entre esos filisteos incircuncisos?» Sansón le respondió a su padre: «Toma ésta para mí, porque es la que me gusta.» (Jueces 14, 3)
La mujer de Sansón se puso a llorar echándose encima de él y le dijo: «No me quieres, ni me amas, has propuesto una adivinanza a los jóvenes de mi pueblo, y a mí no me la has explicado.» El le respondió: «No se la he explicado a mis padres ¿y te la explicaré a ti?» (Jueces 14, 16)
El séptimo día, antes de que entrara al departamento de los esposos, la gente de la ciudad dijo a Sansón: «¿Qué hay más dulce que la miel y qué más fuerte que el león?» El les respondió: «Si no hubieran arado con mi novilla, no habrían acertado mi adivinanza.» (Jueces 14, 18)
Tres mil hombres de Judá bajaron a la cueva de la roca de Etam para decir a Sansón: «¿No sabes que los filisteos nos están dominando? ¿Qué les has hecho?» El les respondió: «Como me trataron a mí, los he tratado a ellos.» (Jueces 15, 11)
«¿Hasta cuándo te burlarás de mí y me contarás mentiras? Dime cómo te podrían sujetar.» El le respondió: «Si me tejieras las siete trenzas en la urdimbre de un telar, apretándolas con un peine, yo perdería mi fuerza.» (Jueces 16, 13)
Su madre respondió: «¡Que mi hijo sea bendito de Yavé!» Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Pero su madre le dijo: «Yo quería consagrar este dinero a Yavé y dárselo de mi propia mano, para que, con este dinero, mi hijo se hiciera una estatua con una cubierta de metal. Así que te doy esta plata.» (Jueces 17, 3)
El respondió: «Esto y esto me ha hecho Miqueas. Me ha tomado a sueldo y soy su sacerdote.» (Jueces 18, 4)
El sacerdote les respondió: «Vayan en paz, el viaje que hacen está bajo la mirada de Yavé.» (Jueces 18, 6)