Fundar 46 Resultados para: Sano

  • Les envió a su palabra, los sanó y salvó sus vidas de la tumba. (Salmos 107, 20)

  • Fueron también a refugiarse en las torres que hay por los campos de Azoto, pero Juan les prendió fuego, pereciendo unos dos mil enemigos. Después de esto, Juan volvió sano y salvo a Judea. (1 Macabeos 16, 10)

  • El muerto no puede alabar, es como si no existiera; es el vivo, el que está sano, el que alaba al Señor. (Sirácides (Eclesiástico) 17, 28)

  • Un estómago liviano produce un sueño sano; uno se levanta temprano y con la cabeza despejada. En cambio el insomnio, los vómitos y las diarreas esperan al hombre glotón. (Sirácides (Eclesiástico) 31, 20)

  • desde la planta de los pies hasta la cabeza no les queda nada sano; sólo eridas, golpes, llagas vivas que no han sido envueltas ni vendadas ni aliviadas con aceite. (Isaías 1, 6)

  • Poema dedicado a Ezequías, rey de Judá, que cayó enfermo y luego sanó de su enfermedad. (Isaías 38, 9)

  • ¡Devuélveme la salud, Yavé, y quedaré sano! ¡Sálvame y estaré a salvo! Pues mi esperanza eres tú. (Jeremías 17, 14)

  • Lo mismo pasa con un árbol sano: da frutos buenos, mientras que el árbol malo produce frutos malos. (Evangelio según San Mateo 7, 17)

  • Luego Jesús dijo al capitán: «Vete a casa, hágase todo como has creído.» Y en ese mismo momento el muchacho quedó sanó. (Evangelio según San Mateo 8, 13)

  • Al atardecer le llevaron muchos endemoniados. Él expulsó a los espíritus malos con una sola palabra, y sanó también a todos los enfermos. (Evangelio según San Mateo 8, 16)

  • Jesús lo supo y se alejó de allí, pero muchas personas lo siguieron, y él sanó a cuantos estaban enfermos. (Evangelio según San Mateo 12, 15)

  • Algunos le trajeron un endemoniado que era ciego y mudo. Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar. (Evangelio según San Mateo 12, 22)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina