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  • y mi nación es Israel, los que clamaron a Dios y fueron salvados. El Señor ha liberado a su pueblo, el Señor nos ha librado de todos esos males, y Dios hizo esos grandes signos y prodigios, como nunca sucedió entre las naciones. (Ester 10, 9)

  • Al oír el rugido, cada nación se preparó para el combate, a fin de hacer la guerra a la nación de los justos. (Ester 11, 7)

  • Toda la nación de los justos se estremeció: aterrorizados por su desgracia, ellos se dispusieron a perecer y clamaron a Dios. (Ester 11, 9)

  • nos ha advertido que entre todas las tribus expandidas por la tierra se ha mezclado un pueblo hostil, opuesto por sus leyes a toda otra nación, que desdeña constantemente las órdenes reales, hasta el punto de ser un obstáculo para la cohesión del reino que nosotros dirigimos de manera irreprochable. (Ester 13, 4)

  • Por eso, considerando que esta nación tan singular se encuentra en conflicto constante con todos los hombres; que lleva una vida aparte, en conformidad con sus leyes extrañas; y que su hostilidad contra nuestros intereses le hace cometer los peores crímenes, comprometiendo así la estabilidad del reino: (Ester 13, 5)

  • se benefició con los sentimientos de humanidad que manifestamos hacia cualquier nación, hasta el punto de ser llamado nuestro "padre" y de ver que todo el mundo se postraba ante él, porque había obtenido el segundo lugar en el reino. (Ester 16, 11)

  • Con toda clase de argucias, reclamó la pena de muerte para Mardoqueo, nuestro salvador y constante bienhechor, para Ester, nuestra irreprochable consorte real, y para su nación entera. (Ester 16, 13)

  • "Yo mismo establecí a mi Rey en Sión, mi santa Montaña". (Salmos 2, 6)

  • Invoco al Señor en alta voz y él me responde desde su santa Montaña. (Salmos 3, 5)

  • Salmo de David. Señor, ¿quién se hospedará en tu Carpa?, ¿quién habitará en tu santa Montaña? (Salmos 15, 1)

  • ¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se eligió como herencia! (Salmos 33, 12)

  • Envíame tu luz y tu verdad: que ellas me encaminen y me guíen a tu santa Montaña, hasta el lugar donde habitas. (Salmos 43, 3)


“Nossa Senhora está sempre pronta a nos socorrer, mas por acaso o mundo a escuta e se emenda?” São Padre Pio de Pietrelcina