Fundar 552 Resultados para: sabiduría de Salomón

  • Cuando Jirám oyó las palabras de Salomón, sintió una gran alegría y exclamó: "¡Bendito sea hoy el Señor, que ha dado a David un hijo sabio, para que esté al frente de ese pueblo tan numeroso!". (I Reyes 5, 21)

  • Luego Jirám mandó decir a Salomón: "He recibido tu mensaje. En lo que a mí respecta, haré todo lo que deseas, enviando madera de cedro y de ciprés. (I Reyes 5, 22)

  • Jirám entregaba a Salomón toda la madera de cedro y de ciprés que él quería, (I Reyes 5, 24)

  • y Salomón le dio a Jirám veinte mil barriles de trigo para la manutención de su casa, más veinte mil cántaros de aceite puro de oliva. Esto era lo que Salomón entregaba a Jirám anualmente. (I Reyes 5, 25)

  • El Señor dio sabiduría a Salomón, tal como se lo había prometido. Jirám y Salomón vivieron en perfecta armonía, y entre los dos concluyeron un pacto. (I Reyes 5, 26)

  • El rey Salomón hizo un reclutamiento de obreros en todo Israel: los reclutados fueron treinta mil. (I Reyes 5, 27)

  • Salomón tenía además setenta mil hombres que transportaban las cargas, y ochenta mil canteros en la montaña, (I Reyes 5, 29)

  • aparte de los capataces puestos por Salomón para supervisar los trabajos: eran tres mil trescientos hombres, que dirigían a los que ejecutaban los trabajos. (I Reyes 5, 30)

  • Los obreros de Salomón, junto con los de Jirám y los venidos de Guebal, tallaron y prepararon las maderas y las piedras para edificar la Casa. (I Reyes 5, 32)

  • Cuatrocientos ochenta años después que los israelitas salieron del país de Egipto, en el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv -que es el segundo mes- Salomón comenzó a construir la Casa del Señor. (I Reyes 6, 1)

  • La Casa que el rey Salomón construyó para el Señor tenía treinta metros de largo, veinte de ancho y quince de alto. (I Reyes 6, 2)

  • Cuando Salomón terminó de construir la Casa, la revistió de un artesonado con paneles y armadura de cedro. (I Reyes 6, 9)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina