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Por tu terror tiembla mi carne, de tus juicios tengo miedo. (Salmos 119, 120)
El da el pan a toda carne, porque es eterno su amor; (Salmos 136, 25)
Tau. ¡La alabanza de Yahveh diga mi boca, y toda carne bendiga su nombre sacrosanto, para siempre jamás! (Salmos 145, 21)
«Esparcieron la carne y la sangre de tus santos en torno a Jerusalén y no hubo quien les diese sepultura.» (I Macabeos 7, 17)
A Eleazar, uno de los principales escribas, varón de ya avanzada edad y de muy noble aspecto, le forzaban a abrir la boca y a comer carne de puerco. (II Macabeos 6, 18)
Los que estaban encargados del banquete sacrificial contrario a la Ley, tomándole aparte en razón del conocimiento que de antiguo tenían con este hombre, le invitaban a traer carne preparada por él mismo, y que le fuera lícita; a simular como si comiera la mandada por el rey, tomada del sacrificio, (II Macabeos 6, 21)
Sucedió también que siete hermanos apresados junto con su madre, eran forzados por el rey, flagelados con azotes y nervios de buey, a probar carne de puerco (prohibida por la Ley). (II Macabeos 7, 1)
medicina será para tu carne y regrigerio para tus huesos. (Proverbios 3, 8)
Porque son vida para los que las encuentran, y curación para toda carne. (Proverbios 4, 22)
no sea que gimas a la postre cuando tu cuerpo y tu carne se consuman, (Proverbios 5, 11)
No seas de los que se emborrachan de vino, ni de los que se ahítan de carne, (Proverbios 23, 20)
El necio se cruza de manos, y devora su carne. (Eclesiastés 4, 5)