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  • Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los ojos, no sea que vea con sus ojos. y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y se le cure.» (Isaías 6, 10)

  • y con tus oídos oirás detrás de ti estas palabras: «Ese es el camino, id por él», ya sea a la derecha, ya a la izquierda. (Isaías 30, 21)

  • No se cerrarán los ojos de los videntes, y los oídos de los que escuchan percibirán; (Isaías 32, 3)

  • Dijeron Elyaquim, Sebná y Yoaj al copero mayor: «Por favor, háblanos a nosotros tus siervos en arameo, que lo entendemos; no nos hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.» (Isaías 36, 11)

  • Pues que te alzas airado contra mí y tu arrogancia ha subido a mis oídos, voy a poner mi anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido. (Isaías 37, 29)

  • Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Así dice Yahveh: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; aquel seguirme tú por el desierto, por la tierra no sembrada. (Jeremías 2, 2)

  • Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: «He aquí que yo traigo sobre este lugar una desgracia, que a todo el que la oyere le zumbarán los oídos. (Jeremías 19, 3)

  • Y los sacerdotes y profetas, dirigiéndose a los jefes y a todo el pueblo, dijeron: «¡Sentencia de muerte para este hombre, por haber profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos!» (Jeremías 26, 11)

  • Empero, sabed de fijo que si me matáis vosotros a mí, sangre inocente cargaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sus moradores, porque en verdad Yahveh me ha enviado a vosotros para pronunciar en vuestros oídos todas estas palabras.» (Jeremías 26, 15)

  • Pero, oye ahora esta palabra que pronunció a oídos tuyos y de todo el pueblo: (Jeremías 28, 7)

  • El sacerdote Sofonías leyó esta carta a oídos del profeta Jeremías. (Jeremías 29, 29)

  • Así que, vete tú, y lees en voz alta el rollo en que has apuntado al dictado mío las palabras de Yahveh, a oídos del público de la Casa de Yahveh el día del ayuno, y las lees también a oídos de todos los de Judá que vienen de sus ciudades; (Jeremías 36, 6)


“O demônio é forte com quem o teme, mas é fraquíssimo com quem o despreza.” São Padre Pio de Pietrelcina