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  • Quedó con esto cada uno armado, no con escudos y lanzas, sino con palabras alentadoras. Confirmó todo esto narrándoles un sueño digno de fe, que a todos les llenó de alegría. (II Macabeos 15, 11)

  • el Macabeo, al ver la muchedumbre que tenía delante, el aparato de las diversas armas y su ferocidad, levantó las manos al cielo e invocó al Dios que hace maravillas; pues bien sabía que la victoria no depende de las armas, sino de aquel que la concede a quien ve digno de ella. (II Macabeos 15, 21)

  • Así serán mis obras de tu agrado, yo juzgaré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre. (Sabiduría 9, 12)

  • Mas los que no escarmentaron con tales castigos irrisorios habrían de experimentar un castigo digno de Dios. (Sabiduría 12, 26)

  • Entre sus hermanos es digno de honor su jefe, y ante Dios son dignos de honor los que lo temen. (Eclesiástico 10, 20)

  • Creció ante él como un pimpollo, como raíz en tierra seca. Sin gracia ni belleza para atraer la mirada, sin aspecto digno de complacencia. (Isaías 53, 2)

  • Si me ofrecéis holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; no me digno mirar el sacrificio de vuestros novillos cebados. (Amós 5, 22)

  • Si hubiera un hombre que persiguiera el viento y fraguara esta mentira: "Yo te profetizo vino y licor", éste sería el profeta digno de este pueblo. (Miqueas 2, 11)

  • Yo os bautizo en agua para que os arrepintáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no soy digno de descalzarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. (Mateo 3, 11)

  • El oficial respondió: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa; dilo sólo de palabra, y mi criado quedará curado. (Mateo 8, 8)

  • Cuando entréis en una ciudad, informaos de quién hay allí digno de confianza, y quedaos en su casa hasta que os vayáis de allí. (Mateo 10, 11)

  • "El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí, y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí, (Mateo 10, 37)


“A cada vitória sobre o pecado corresponde um grau de glória eterna”. São Padre Pio de Pietrelcina