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  • Después Judá fue con Simeón, su hermano, y derrotaron a los cananeos que vivían en Sefat, y entregaron al exterminio la ciudad. Por eso aquella ciudad se llamó Jormá. (Jueces 1, 17)

  • Efraín tampoco pudo echar a los cananeos que vivían en Guézer, de suerte que los cananeos siguen viviendo entre ellos. (Jueces 1, 29)

  • El Señor, Dios de Israel, entregó a Sijón y a todo su pueblo en manos de Israel, que los derrotó; e Israel se apoderó de todo el país de los amorreos que vivían en aquella región, (Jueces 11, 21)

  • Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, dio la batalla a Efraín, y los hombres de Galaad vencieron a los de Efraín. Los de Efraín decían que los de Galaad, que vivían entre Efraín y Manasés, eran fugitivos de Efraín. (Jueces 12, 4)

  • De allí los cinco hombres se fueron a Lais. Vieron que las gentes de esta ciudad vivían seguros, a la manera de los sidonios, tranquilos y pacíficos, y que nada les faltaba de cuanto produce la tierra; además estaban lejos de los sidonios y sin relación alguna con los arameos. (Jueces 18, 7)

  • Meribaal tenía un hijo pequeño que se llamaba Micá. Todos los que vivían en casa de Sibá estaban al servicio de Meribaal. (II Samuel 9, 12)

  • Estos eran alfareros y habitaban en Netaín y Guederá: vivían junto al rey y trabajaban a su servicio. (I Crónicas 4, 23)

  • Vivían en Galaad, en Basán y regiones adyacentes y en los pastizales del Sarón hasta sus últimos confines. (I Crónicas 5, 16)

  • Hijos de Ejud, jefes de familia que vivían en Gueba y fueron deportados a Manajat: (I Crónicas 8, 6)

  • Miclot engendró a Simá. Éstos vivían también en Jerusalén con sus hermanos. (I Crónicas 8, 32)

  • Los cantores, jefes de familias levíticas, que vivían en las cámaras del templo, estaban exentos de toda otra función, pues día y noche estaban ocupados en su oficio. (I Crónicas 9, 33)

  • Éstos eran los cabezas de las familias levíticas por linajes. Vivían en Jerusalén. (I Crónicas 9, 34)


“Imitemos o coração de Jesus, especialmente na dor, e assim nos conformaremos cada vez mais e mais com este coração divino para que, um dia, lá em cima no Céu, também nós possamos glorificar o Pai celeste ao lado daquele que tanto sofreu”. São Padre Pio de Pietrelcina