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  • Las de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí se pondrán en el monte Ebal para pronunciar la maldición al pueblo. (Deuteronomio 27, 13)

  • El Señor mandará contra ti maldición, angustia y pánico en todas tus empresas, y en poco tiempo serás totalmente destruido por haberlo abandonado con tus malas acciones. (Deuteronomio 28, 20)

  • Cuando se hayan cumplido en ti todas estas palabras, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y las hayas meditado en tu corazón en medio de las naciones donde te habrá arrojado el Señor, tu Dios, (Deuteronomio 30, 1)

  • Yo pongo hoy por testigos al cielo y la tierra; pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que vivas tú y tu descendencia, (Deuteronomio 30, 19)

  • Después Josué leyó todas las palabras del libro de la ley, la bendición y la maldición, conforme está escrito en el libro de la ley. (Josué 8, 34)

  • Dios hizo igualmente recaer sobre la cabeza de los hombres de Siquén el mal que habían hecho, cumpliéndose la maldición de Jotán, el hijo de Yerubaal. (Jueces 9, 57)

  • Tal vez el Señor vea mi aflicción y me devuelva bien en lugar de esta maldición de hoy". (II Samuel 16, 12)

  • Por haberse conmovido tu corazón y haberte humillado delante del Señor al oír las palabras con que él ha amenazado a este lugar y a sus habitantes, el terror y la maldición, y haber llorado delante de mí, yo también te he escuchado, dice el Señor. (II Reyes 22, 19)

  • por no haber salido a recibir a los israelitas con pan y agua y por haber alquilado a Balaán para que los maldijese, aunque nuestro Dios cambiara la maldición en bendición. (Nehemías 13, 2)

  • Ya como castigo y maldición, ya como señal de bondad, él los envía. (Job 37, 13)

  • amó la maldición, sobre él recaiga; no quiso bendición, que de él se aleje; (Salmos 109, 17)

  • se vista de maldición como de un manto; penetre como el agua en sus entrañas, igual que aceite dentro de sus huesos; (Salmos 109, 18)


“A maior caridade é aquela que arranca as pessoas vencidas pelo demônio, a fim de ganhá-las para Cristo. E isso eu faço assiduamente, noite e dia.” São Padre Pio de Pietrelcina