8. Ahora, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; dad la mano a Yahveh, venid a su santuario, que él ha santificado para siempre; servid a Yahveh, vuestro Dios, y se apartará de vosotros el furor de su ira.





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina