Löydetty 145 Tulokset: nación

  • Me he dejado hallar por los que no preguntaban por mí y me he dejado encontrar por los que no me buscaban. Dije: «Aquí me tienen» a una nación que no invocaba mi nombre. (Isaías 65, 1)

  • ¿Quién ha oído jamás cosa igual, o ha visto algo semejante, que se pueda dar a luz, en un solo día, a un país entero? ¿Puede una nación nacer toda de una vez? ¡Pues bien, apenas sintió los dolores, Sión dio a luz a todos sus hijos! (Isaías 66, 8)

  • Este día hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y una muralla de bronce frente a la nación entera: frente a los reyes de Judá y a sus ministros, frente a los sacerdotes y a los propietarios. (Jeremías 1, 18)

  • ¿Qué nación cambió sus dioses? -aunque en verdad no son dioses-. Y mi pueblo cambia a su Dios glorioso por algo que no sirve. (Jeremías 2, 11)

  • ¿Y no voy a castigar tales acciones? ¿No he de vengarme de una nación como ésta? Así dice Yavé: (Jeremías 5, 9)

  • Gente de Israel, Yavé les habla: Estoy trayendo de muy lejos una nación contra ustedes. Es una nación invencible y muy antigua, cuyo idioma desconoces. (Jeremías 5, 15)

  • ¿Y yo no pediría cuentas?, dice Yavé, ¿No me vengaría de una nación como ésta? (Jeremías 5, 29)

  • Así habla Yavé: «Un pueblo viene del norte, una gran nación se ha puesto en marcha desde lo más lejano de la tierra. (Jeremías 6, 22)

  • Diles, entonces, esto: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yavé, su Dios, ni ha querido aprender. La fidelidad ha muerto, ha desaparecido de su boca. (Jeremías 7, 28)

  • A veces yo hablo respecto de algún reino o de alguna nación, amenazando con destruir y arrancar. (Jeremías 18, 7)

  • Otras veces, yo hablo respecto de alguna nación, o de algún reino, prometiendo edificar y plantar. (Jeremías 18, 9)

  • Y cuando la gente de cualquiera nación pase frente a esta ciudad se preguntarán unos a otros: «¿Por qué Yavé habrá tratado así a esta gran ciudad?», (Jeremías 22, 8)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina