Löydetty 235 Tulokset: sed

  • Sedecías tenía veintiún años de edad, y reinó en Jerusalén durante once años. Su madre era Amital, hija de Jeremías de Libná. (2 Reyes 24, 18)

  • En el noveno año del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, vino Nabucodonosor con todo su ejército contra Jerusalén y acampó alrededor de la ciudad, (2 Reyes 25, 1)

  • Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y a él le sacó los ojos, encandenándolo con una doble cadena de bronce para llevarlo a Babilonia. (2 Reyes 25, 7)

  • Hijos de Josías: Yojanán, el primogénito; Joaquim, el segundo; Sedecías, el tercero; Salum, el cuarto. (1 Crónicas 3, 15)

  • Hijos de Joaquim: su hijo Joaquín y su hijo Sedecías. (1 Crónicas 3, 16)

  • Hijos de Mesulam: Hasubá, Ohel, Berequías, Hasadías y Yusab-Jesed: cinco. (1 Crónicas 3, 20)

  • Sedecías, hijo de Kenaná, se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Así dice Yavé: Con esto acometerás a Aram hasta acabar con ellos.» (2 Crónicas 18, 10)

  • Se acercó entonces Sedecías, hijo de Kenaná, y dio una bofetada a Miqueas en la mejilla diciendo: «¿Por qué camino se ha ido de mí el espíritu de Yavé para hablarte a ti?» (2 Crónicas 18, 23)

  • Aún en el tiempo del asedio, el rey Ajaz persistió en su infidelidad a Yavé. (2 Crónicas 28, 22)

  • ¿No los engaña Ezequías cuando les dice: Yavé, nuestro Dios, nos librará de la mano del rey de Asiria? ¿No es culpable de que van a morir de hambre y sed? (2 Crónicas 32, 11)

  • Así, pues, que no los engañe Ezequías ni los seduzca con vanas promesas. No lo crean. Ningún Dios de ninguna nación o reino ha podido salvar a su pueblo de mi mano, ni de la mano de mis padres. ¡Cuánto menos podrán los dioses de ustedes librarlos de mi mano!» (2 Crónicas 32, 15)

  • A la vuelta del año, el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran a Babilonia, juntamente con los objetos más preciosos de la Casa de Yavé, y puso por rey en Judá y Jerusalén a Sedecías, hermano de su padre. (2 Crónicas 36, 10)


“Meu Deus, perdoa-me. Nunca Te ofereci nada na minha vida e, agora, por este pouco que estou sofrendo, em comparação a tudo o que Tu sofreste na Cruz, eu reclamo injustamente!” São Padre Pio de Pietrelcina