Löydetty 235 Tulokset: sed

  • Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. (2 Crónicas 36, 11)

  • Del cielo les mandaste el pan para su hambre; hiciste brotar para su sed agua de la roca y les mandaste ir a apoderarse de la tierra que tú juraste darles mano en alto. (Nehemías 9, 15)

  • Les diste tu Espíritu bueno para instruirlos; les diste maná para que tuvieran de comer, y agua para calmar su sed. (Nehemías 9, 20)

  • El gobernador Nehemías, hijo de Helcías, y Sedecías; Seraías, Azarías, Jeremías, (Nehemías 10, 2)

  • Como los de Betulia se abastecen de agua de esas fuentes, la sed los destruirá y entregarán la ciudad. Nosotros y nuestro pueblo subiremos a lo alto de la montaña para vigilar que nadie salga de la ciudad. (Judit 7, 13)

  • Los niños, las mujeres y los adolescentes desfallecían de sed y caían en las calles de la ciudad. (Judit 7, 22)

  • No hay quien nos pueda socorrer ahora. Dios nos ha abandonado en manos de los asirios para morir de sed y de miseria. (Judit 7, 25)

  • Pero el pueblo padecía mucha sed y nos obligaron a cumplir nuestra palabra, y a comprometernos con un juramento que no podemos romper. (Judit 8, 30)

  • Dame palabras seductoras para herir y matar a los que vienen como enemigos de tu alianza, de tu santa Casa, del monte Sión y la Casa que pertenece a tus hijos. (Judit 9, 13)

  • Entró Judit y se instaló. El corazón de Holofernes quedó cautivado y su espíritu perturbado. Era presa de un deseo intenso de poseerla, porque desde el día en que la vio atisbaba el momento favorable para seducirla. (Judit 12, 16)

  • puso una cinta en sus cabellos y se vistió de lino para seducirlo, (Judit 16, 8)

  • Había guirnaldas de lino blanco y de púrpura violeta sujetas por cordones de seda y púrpura, pendientes de anillos de plata clavados en columnas de mármol. Divanes de oro y plata se encontraban distribuidos sobre el piso revestido de mármol blanco, nácar y mosaicos. (Ester 1, 6)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina