Löydetty 120 Tulokset: Caballos

  • Uno de los oficiales respondió y dijo: «Que se tomen cinco de los caballos restantes, pues les va a pasar lo que a toda la muchedumbre de Israel que ha perecido; y enviémosles para ver.» (II Reyes 7, 13)

  • Tomaron dos tiros de caballos y los envió el rey en pos de los arameos diciendo: «Id y ved.» (II Reyes 7, 14)

  • y él les dijo: «Echadla abajo.» La echaron abajo y su sangre salpicó los muros y a los caballos, que la pisotearon. (II Reyes 9, 33)

  • «Así que esta carta llegue a vosotros, como están con vosotros los hijos de vuestro señor y tenéis carros, caballos, una ciudad fuerte y armas, (II Reyes 10, 2)

  • Le echaron mano y, cuando llegó a la casa del rey, por el camino de la Entrada de los Caballos, allí la mataron. (II Reyes 11, 16)

  • Cuando Eliseo enfermó de la enfermedad de que murió, bajó donde él Joás, rey de Israel, y lloró sobre su rostro diciendo: «¡Padre mío, padre mío, carro y caballos de Israel!» (II Reyes 13, 14)

  • Pues apostad ahora con mi señor, el rey de Asiria: te daré 2.000 caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para ellos. (II Reyes 18, 23)

  • Suprimió los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al Sol, a la entrada de la Casa de Yahveh, cerca de la habitación del eunuco Netán Mélek, en las dependencias, y quemó el carro del Sol. (II Reyes 23, 11)

  • Salomón reunió carros y caballos, tuvo 1.400 carros y 12.000 caballos que llevó a las ciudades de los carros y junto al rey en Jerusalén. (II Crónicas 1, 14)

  • Los caballos de Salomón procedían de Musur y de Cilicia; los mercaderes del rey los adquirían en Cilicia por su precio en dinero. (II Crónicas 1, 16)

  • y Baalat, con todas las ciudades de avituallamiento que pertenecían a Salomón, todas las ciudades de carros y las ciudades para los caballos, y todo cuanto quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda la tierra de su dominio. (II Crónicas 8, 6)

  • Pero no empleó Salomón a ninguno de los israelitas como esclavo para sus obras, sino como hombres de guerra, jefes y escuderos, comandantes de sus carros y de sus caballos. (II Crónicas 8, 9)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina