Löydetty 1288 Tulokset: Ner
Entregará para Yahveh su sacrificio de reparación: un carnero del rebaño, sin defecto, según su valoración, como sacrificio de reparación ante el sacerdote. (Levítico 5, 25)
Esto mandó Yahveh que los israelitas les dieran el día en que los ungió, como decreto perpetuo de generación en generación. (Levítico 7, 36)
«Toma a Aarón y con él a sus hijos, y también las vestiduras, el óleo de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y el canastillo de los ázimos; (Levítico 8, 2)
Moisés lo inmoló. Tomó la sangre y mojó con su dedo los cuernos del altar, todo en derredor, para purificarlo. Después derramó la sangre al pie del altar; de esta manera lo consagró haciendo por él la expiación. (Levítico 8, 15)
Después hizo traer el carnero del holocausto, sobre cuya cabeza Aarón y sus hijos impusieron las manos. (Levítico 8, 18)
El carnero fue partido en trozos y Moisés quemó la cabeza, los trozos y el sebo; (Levítico 8, 20)
después de lavar en agua las entrañas y las patas, Moisés quemó todo el carnero en el altar, como holocausto de calmante aroma, manjar abrasado para Yahveh, como Yahveh había mandado a Moisés. (Levítico 8, 21)
Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero del sacrificio de la investidura, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre la cabeza del carnero. (Levítico 8, 22)
Moisés tomó entonces el pecho y lo meció como ofrenda mecida ante Yahveh; era ésta la porción del carnero de la investidura que pertenecía a Moisés, como Yahveh se lo había mandado. (Levítico 8, 29)
Dijo a Aarón: «Trae un becerro para el sacrificio por el pecado y un carnero para el holocausto, ambos sin defecto, para ofrecerlos ante Yahveh. (Levítico 9, 2)
para los sacrificios de comunión, un toro y un carnero, que se sacrificarán ante Yahveh; y una oblación amasada con aceite. Cierto que hoy se os mostrará Yahveh."» (Levítico 9, 4)
Inmoló asimismo el toro y el carnero como sacrificio de comunión por el pueblo. Los hijos de Aarón le entregaron la sangre, que él derramó sobre todos los lados del altar. (Levítico 9, 18)