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  • Les decía que, al llegar a Macedonia, no tuve descanso alguno, sino más bien toda clase de dificultades; por fuera enfrentamientos, y por dentro temores. (2º Carta a los Corintios 7, 5)

  • ¿No recuerdan que se lo decía cuando estaba con ustedes? (2º Carta a los Tesalonicenses 2, 5)

  • Después de esto miré. Vi una puerta abierta en el cielo y la voz que antes había oído semejante a una trompeta me decía: «Sube aquí y te mostraré lo que va a suceder en seguida.» (Apocalipsis 4, 1)

  • Entonces se escuchó una voz de en medio de los cuatro Seres que decía: «Una medida de trigo por una moneda de plata; tres medidas de cebada por una moneda también; ya no gastes el aceite y el vino.» (Apocalipsis 6, 6)

  • Y mi visión continuó: oí a un águila que volaba por lo más alto del cielo y que decía con voz potente: «¡Ay, ay, ay de los habitantes de la tierra cuando resuene el sonido de las trompetas que los tres últimos ángeles van a tocar!» (Apocalipsis 8, 13)

  • Decía la voz al ángel de la sexta trompeta: «Suelta a los cuatro ángeles inmovilizados a orillas del gran río Eufrates.» (Apocalipsis 9, 14)

  • Oí entonces una fuerte voz en el cielo que decía: Por fin ha llegado la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios, y la soberanía de su Ungido. Pues echaron al acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios. (Apocalipsis 12, 10)

  • Entonces oí una voz que decía desde el cielo: «Escribe esto: Felices desde ahora los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, pues sus obras los acompañan.» (Apocalipsis 14, 13)

  • Y oí al ángel de las aguas que decía: «Tú, el que eras y eres, el Santo, eres justo al castigarlos de este modo, (Apocalipsis 16, 5)

  • El séptimo ángel vació su copa en el aire. Entonces salió una voz del trono que se escuchó fuera del Santuario, y decía: «Está hecho.» (Apocalipsis 16, 17)

  • Oí otra voz que venía del cielo y decía: «Aléjate de ella, pueblo mío, no sea que te hagas cómplice de su maldad y tengas que compartir sus castigos; (Apocalipsis 18, 4)

  • Después oí en el cielo algo como el canto de un inmenso gentío, que decía: ¡Aleluya! ¿Quién salva y quién tiene gloria y poder sino nuestro Dios? (Apocalipsis 19, 1)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina