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  • En ella le decía: «Pon a Urías en la parte más peligrosa de la batalla y déjalo solo para que lo maten.» (2 Samuel 11, 15)

  • David les respondió: «Mientras el niño vivía ayuné y lloré, pues me decía: ¿Quién sabe si Yavé tendrá compasión de mí y el niño no morirá? (2 Samuel 12, 22)

  • Entonces Yonadab dijo al rey: «¿No ves que era cierto lo que te decía? Esos son tus hijos, que están llegando.» (2 Samuel 13, 35)

  • Absalón se levantaba muy temprano y se ponía junto al camino que lleva a la Puerta, y cada vez que un hombre venía al tribunal del rey, por algún pleito, lo llamaba y le preguntaba: «¿De qué ciudad eres tú?» Y si el otro respondía: «Soy de una de las tribus de Israel», entonces Absalón le decía: (2 Samuel 15, 2)

  • Absalón se había hecho levantar, en vida, un monumento en el valle del rey, pues decía: «Yo no tengo hijos para conservar el recuerdo de mi nombre.» Había puesto su nombre al monumento, que todavía hoy se llama "el monumento de Absalón".» (2 Samuel 18, 18)

  • Uno de los servidores de Joab se quedó junto al cadáver y decía: «El que esté por David y quiera a Joab que lo siga.» (2 Samuel 20, 11)

  • Y expresó: «Antes se decía: Vayan a consultar en Abel y en Dan (2 Samuel 20, 18)

  • Cuando el rey oyó las palabras del hombre de Dios y lo que decía contra el altar de Betel, extendió su mano que tenía puesta sobre el altar, diciendo: «Aprésenlo.» (1 Reyes 13, 4)

  • En las cartas decía: «Ordenen un ayuno con una asamblea y hagan que Nabot se siente al frente de la reunión general de la ciudad. (1 Reyes 21, 9)

  • Uno, llamado Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Dice Yavé: Con estos cuernos herirás a Aram hasta matarlo.» (1 Reyes 22, 11)

  • El rey de Israel dijo a Josafat: «¿No te decía yo que nunca me anuncia el bien, sino sólo el mal?» (1 Reyes 22, 18)

  • Al llegar entregó al rey de Israel la carta, que decía: «Te presento a mi servidor Naamán para que lo sanes de su lepra.» (2 Reyes 5, 6)


“Reze pelos infiéis, pelos fervorosos, pelo Papa e por todas as necessidades espirituais e temporais da Santa Igreja, nossa terna mãe. E faça uma oração especial por todos os que trabalham para a salvação das almas e para a glória do nosso Pai celeste.” São Padre Pio de Pietrelcina