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  • Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército; Josafat, hijo de Ajitub, era el canciller; (1 Crónicas 18, 15)

  • Al ver los arameos que Israel los había vencido enviaron mensajeros a los arameos del otro lado del río para que vinieran a ayudarlos: Sofac jefe de las tropas de Hadadezer estaba a su frente. (1 Crónicas 19, 16)

  • Los arameos huyeron ante Israel: David mató a siete mil soldados de infantería de los carros y a cuarenta mil de infantería. Mató también a Sofac, jefe del ejército. (1 Crónicas 19, 18)

  • Estos eran los cuatro hijos de Semí: Yajat era el jefe, Zizá, el segundo; Jeus y Bería no tuvieron muchos hijos, por lo cual representaron en el censo una sola casa paterna. (1 Crónicas 23, 11)

  • El jefe de los hebronitas era Jería, según la genealogía paterna de los hebronitas. Se hicieron investigaciones al respecto en el año cuarenta del reinado de David y se hallaron entre ellos hombres valerosos que habían estado en Yaser de Galaad. (1 Crónicas 26, 31)

  • de la familia de Fares, y era jefe de todos los oficiales del primer mes. (1 Crónicas 27, 3)

  • El tercer jefe para el tercer mes era Banaías, sacerdote hijo de Joyadá. Su sección era de veinticuatro mil hombres a su mando. (1 Crónicas 27, 5)

  • El cuarto jefe para el cuarto mes era Azael, hermano de Joab, y después de él Zabadías, su hijo. Su sección era de veinticuatro mil hombres. (1 Crónicas 27, 7)

  • El quinto jefe para el quinto mes era Samut, el zarjita, y su sección era de veinticuatro mil hombres. (1 Crónicas 27, 8)

  • El sexto jefe para el sexto mes era Hira, hijo de Iques de Tecoa; su sección era de veinticuatro mil hombres. (1 Crónicas 27, 9)

  • El séptimo jefe para el séptimo mes era Jeles de Pelet, de la tribu de Efraím; su sección era de veinticuatro mil hombres. (1 Crónicas 27, 10)

  • El octavo jefe, para el octavo mes, era Sobcaí de Husat, de la familia de Zarají. Su sección era de veinticuatro mil hombres. (1 Crónicas 27, 11)


“É difícil tornar-se santo. Difícil, mas não impossível. A estrada da perfeição é longa, tão longa quanto a vida de cada um. O consolo é o repouso no decorrer do caminho. Mas, apenas restauradas as forças, é necessário levantar-se rapidamente e retomar a viagem!” São Padre Pio de Pietrelcina