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  • David le preguntó: «¿Cómo está el joven Absalón? El cusita contestó: «Que tengan la suerte de ese joven todos los enemigos de mi señor, el rey.» (2 Samuel 18, 32)

  • Por último, no te olvides de Semeí, el benjaminita de Bajurim. El me lanzó toda suerte de maldiciones cuando yo salía rumbo a Majanaim. Cierto que, después, salió a recibirme cuando yo llegaba al Jordán y que por eso le juré por Yavé que no le quitaría la vida; (1 Reyes 2, 8)

  • La verdadera madre del niño, conmovida por la suerte que iba a correr su hijo, dijo al rey: «Por favor, mi señor, que le den a ella el niño vivo y que no lo partan.» Pero la otra dijo: «No será ni para ti ni para mí, que lo partan.» (1 Reyes 3, 26)

  • De esta hermana de Tajfanés tuvo un hijo llamado Genubat, que Tajfanés crió en la casa de Faraón, de suerte que Genubat vivía en el palacio de Faraón con los hijos de éste. (1 Reyes 11, 20)

  • teniendo la misma suerte que los hijos de Jeroboam y de Basá. (2 Reyes 9, 9)

  • Cuando Jehú pasaba por la puerta, le dijo: «¿Traes la paz? ¿No tendrás la suerte de Zimrí, cuando asesinó a su señor?» (2 Reyes 9, 31)

  • Jerusalén y sus reyes van a tener la suerte de Samaria y de la familia de Ajab. Fregaré a Jerusalén como se friega un plato para limpiarlo y, después, lo vuelven al revés. (2 Reyes 21, 13)

  • y Dios los ayudó contra ellos, de suerte que los agareos y todos los que con ellos estaban fueron derrotados, pues en la batalla clamaron a Dios y les fue propicio, por cuanto confiaban en él. (1 Crónicas 5, 20)

  • He aquí las residencias según el orden de sus territorios. A los hijos de Aarón, de la familia de los quehatitas -según la suerte cayó para ellos-, (1 Crónicas 6, 39)

  • A los hijos de Merarí, según sus familias, les tocaron en suerte doce ciudades de la tribu de Rubén, de la tribu de Gad y de la tribu de Zabulón; (1 Crónicas 6, 48)

  • De la tribu de los hijos de Judá, de la tribu de los hijos de Simeón y de la tribu de los hijos de Benjamín, les tocaron en suerte las ciudades a las que pusieron sus nombres. (1 Crónicas 6, 50)

  • Tocó la primera suerte a Yoyarib; la segunda a Jedaías; (1 Crónicas 24, 7)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina