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  • ¿Dejarás a otro el fruto de tu trabajo? Se repartirán a la suerte el fruto de tus sacrificios. (Sirácides (Eclesiástico) 14, 15)

  • Esta es la suerte del que teme al Señor; el que se da a la Ley obtendrá la sabiduría. (Sirácides (Eclesiástico) 15, 1)

  • Una buena esposa es como el premio mayor de la lotería, le tocará en suerte al que teme al Señor. (Sirácides (Eclesiástico) 26, 3)

  • Aunque puedan reembolsarle, el acreedor tendrá suerte si recupera la mitad. En caso contrario, se habrán apoderado de su dinero y no habrá ganado más que un enemigo; éste le pagará con maldiciones e insultos, con desprecios en vez de agradecimientos. (Sirácides (Eclesiástico) 29, 6)

  • Espanto, al caer la tarde, pero antes de amanecer ya no queda nadie. Esa será la suerte de nuestros opresores, el destino de los que nos saquean. (Isaías 17, 14)

  • Cuando se enteren en Egipto, la suerte de Tiro los hará temblar. (Isaías 23, 5)

  • Estas dos desgracias te sucederán de un golpe, en el mismo día: quedarás viuda y sin hijos. Esta será tu suerte, a pesar de tus muchos encantamientos y del poder de tus brujerías. (Isaías 47, 9)

  • Fue detenido, enjuiciado y eliminado ¿y quién ha pensado en su suerte? Pues ha sido arrancado del mundo de los vivos y herido de muerte por los crímenes de su pueblo. (Isaías 53, 8)

  • Por haber sido tan grande su humillación y no haberles tocado más que insultos, su suerte se restablecerá. Recibirán en el país de ellos el doble de todo y nunca se terminará su felicidad. (Isaías 61, 7)

  • Declárenle la guerra: ¡Ea, ataquemos al mediodía! Qué mala suerte la nuestra, pues el día ya se acaba y la tarde extiende sus sombras. (Jeremías 6, 4)

  • Yavé, tú tienes siempre la razón cuando yo hablo contigo, y, sin embargo, hay un punto que quiero discutir: ¿Por qué tienen suerte los malos y son felices los traidores? (Jeremías 12, 1)

  • Haré que su suerte infunda terror a todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por sus crímenes cometidos en Jerusalén.) (Jeremías 15, 4)


“Não se aflija a ponto de perder a paz interior. Reze com perseverança, com confiança, com calma e serenidade.” São Padre Pio de Pietrelcina