Talált 1035 Eredmények: David y Jonatán

  • A la mañana siguiente salió Jonatán al campo para encontrarse con David e iba acompañado por un muchacho. (1 Samuel 20, 35)

  • Dijo a éste: «Corre a buscarme las flechas que voy a tirar.» Corrió el muchacho y Jonatán lanzó las flechas más allá de él. (1 Samuel 20, 36)

  • Cuando el muchacho llegaba al lugar de la primera flecha que había lanzado, Jonatán le gritó: «Mira, allí delante de ti está la flecha.» (1 Samuel 20, 37)

  • Pero el joven no entendió nada y volvió a su patrón. Sólo lo entendían Jonatán y David. (1 Samuel 20, 39)

  • Después Jonatán dio sus armas al joven y le dijo: «Vete, llévalas a la ciudad.» (1 Samuel 20, 40)

  • Cuando el joven se fue, salió David del lugar en que estaba escondido e hizo tres veces una profunda reverencia a Jonatán, inclinándose hasta el suelo. Se abrazaron y lloraron juntos; pero David estaba mucho más conmovido. (1 Samuel 20, 41)

  • Jonatán dijo a David: «Vete en paz, ya que nos hemos comprometido en nombre de Yavé; que Yavé esté entre tú y yo, entre mi descendencia y la tuya, para siempre.» (1 Samuel 20, 42)

  • David se fue, y Jonatán volvió a la ciudad. (1 Samuel 21, 1)

  • David llegó a Nob y se presentó al sacerdote Ajimelec. Este salió asustado a recibirlo y le dijo: «¿Por qué estás solo y no hay nadie contigo?» (1 Samuel 21, 2)

  • David contestó: «El rey me ha dado una orden y me ha dicho: Que nadie conozca la misión que te confío y la orden que te he dado. Por eso he dado cita a mis hombres en tal lugar. (1 Samuel 21, 3)

  • David le respondió: «De hecho nos hemos abstenido desde el momento en que salimos. Los jóvenes permanecieron puros en cuanto al sexo a pesar de que es una expedición ordinaria. Ahora están puros.» (1 Samuel 21, 6)

  • Dijo David a Ajimelec: «¿No tienes a mano una lanza o una espada? Porque ni siquiera he alcanzado a tomar mi espada ni mis armas, pues la orden del rey era urgente.» (1 Samuel 21, 9)


“Não desperdice suas energias em coisas que geram preocupação, perturbação e ansiedade. Uma coisa somente é necessária: elevar o espírito e amar a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina