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Hablen, por tanto, y obren como quienes han de ser juzgados por una ley de libertad. (Carta de Santiago 2, 12)
Hermanos, no se hagan todos maestros; ya saben que como maestros seremos juzgados con más severidad, (Carta de Santiago 3, 1)
El salario de los trabajadores que cosecharon sus campos se ha puesto a gritar, pues ustedes no les pagaron; las quejas de los segadores ya habían llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. (Carta de Santiago 5, 4)
Hermanos: no se peleen unos con otros, y así no serán juzgados; miren que el juez está a la puerta. (Carta de Santiago 5, 9)
Ha llegado el tiempo del juicio, y éste empieza por la casa de Dios. Pues si comienza por nosotros, ¿qué fin tendrán los que se niegan a creer en el Evangelio? (1º Carta de Pedro 4, 17)
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que, llegado el momento, él los levante. (1º Carta de Pedro 5, 6)
Los saluda la comunidad que Dios ha congregado en Babilonia; también los saluda mi hijo Marcos. (1º Carta de Pedro 5, 13)
Y por la misma palabra este mundo pereció anegado por las aguas del diluvio. (2º Carta de Pedro 3, 6)
Amadísimos, tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, y me sentí obligado a hacerlo, para exhortarlos a luchar por la fe que Dios entregó de una vez para siempre a sus santos. (2º Carta de Pedro 3, 3)
En cambio, quien odia a su hermano está en las tinieblas y camina en tinieblas; y no sabe adónde va, pues las tinieblas lo han cegado. (1º Carta de Juan 2, 11)
Amadísimos, tenía un gran deseo de escribirles acerca de nuestra común salvación, y me vi obligado a hacerlo para moverlos a luchar por la fe que Dios entregó una vez para siempre a sus santos. (Carta de Judas 1, 3)
Sé dónde vives, y ahí está el trono de Satanás. Pero te aferras firmemente a mi Nombre y no has renegado de tu fe ni siquiera cuando mataron a Antipas, mi fiel testigo, ahí donde vives, en esa tierra de Satanás. (Apocalipsis 2, 13)