Talált 113 Eredmények: dirás
Le dirás esto de mi parte: ¿Así que, después de matar, te adueñas de la herencia? Luego le dirás: En el mismo lugar en que los perros han lamido la sangre de Nabot, lamerán la tuya.» (1 Reyes 21, 19)
y dirás: "¿Cómo pude rechazar las advertencias y despreciar tantos sabios consejos? (Proverbios 5, 12)
Tu dirás después: "¡No lo sabíamos!" Pero el que pesa los corazones ve claro, el que te observa lo sabrá; y recompensará a cada uno según sus obras. (Proverbios 24, 12)
Si estás muy preocupado, te pones a soñar; si prometes demasiado, dirás lo que no conviene. (Eclesiastés (Qohelet) 5, 2)
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,antes que lleguen los días malos,y los años que se acercan, de los cuales dirás:"No espero más de ellos", (Eclesiastés (Qohelet) 12, 1)
Entonces Yavé dijo a Isaías: «Sal con tu hijo Un-resto-volverá, y ve al encuentro de Ajaz: está en el camino del campo del batanero, donde termina el canal de la piscina superior. Le dirás: (Isaías 7, 3)
Y dirás aquel día: «Te doy gracias, Yavé, porque estabas enojado conmigo, pero se te pasó el enojo y me levantaste. (Isaías 12, 1)
Encontrarás que son impuros la cubierta de plata de tus ídolos y el revestimiento de oro de tus estatuas. Los tirarás como unas inmundicias y les dirás: «Váyanse de aquí.» (Isaías 30, 22)
Entonces tu corazón recordará sus espantos, y dirás: «¿Dónde está el opresor que pesaba y contaba los impuestos y se llevaba a nuestros hijos?» (Isaías 33, 18)
Dirás a los prisioneros: «¡Salgan!», a los que están en la oscuridad: «Salgan a la luz.» A lo largo del camino pastarán y no les faltará el pasto ni en los cerros pelados. (Isaías 49, 9)
y cuando pregunten: «¿Por qué Yavé, nuestro Dios, ha hecho todo esto con nosotros?», les dirás: «Así como me dejaron para adorar, en el país de ustedes, a dioses extraños, de la misma manera tendrán que servir a extranjeros en una tierra que no es la de ustedes.» (Jeremías 5, 19)
«Les dirás: Así dice Yavé: ¿Acaso el que cae no se levanta, y el que se ha perdido de camino, no vuelve atrás? (Jeremías 8, 4)