Talált 120 Eredmények: cuarenta

  • Apenas el hombre mencionó el Arca de Dios, Elí cayó de su silla hacia atrás, al lado de la puerta; así se rompió la nunca y murió, porque era viejo y pesado. Había juzgado a Israel durante cuarenta años. (I Samuel 4, 18)

  • Mientras tanto, el filisteo se adelantaba por la mañana y por la tarde, y así se presentó durante cuarenta días. (I Samuel 17, 16)

  • Isbaal, hijo de Saúl, tenía cuarenta años cuando comenzó a reinar sobre Israel, y reinó dos años. Sólo la casa de Judá seguía a David. (II Samuel 2, 10)

  • David tenía treinta años cuando comenzó a reinar y reinó cuarenta años. (II Samuel 5, 4)

  • Pero tuvieron que huir delante de Israel, y David les mató a los arameos setecientos caballos y cuarenta mil hombres de caballería. También hirió a Sobac, el jefe del ejército, el cual murió allí mismo. (II Samuel 10, 18)

  • Cuarenta años duró su reinado sobre Israel: reinó siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. (I Reyes 2, 11)

  • Salomón reinó sobre todo Israel durante cuarenta años. (I Reyes 11, 42)

  • Roboám, hijo de Salomón, reinó en Judá. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que había elegido el Señor entre todas las tribus de Israel para poner allí su Nombre. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (I Reyes 14, 21)

  • Él reinó cuarenta y un años en Jerusalén. Su abuela se llamaba Maacá, y era hija de Abisalón. (I Reyes 15, 10)

  • Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb. (I Reyes 19, 8)

  • Él se dio vuelta, los vio y los maldijo en nombre del Señor. Entonces salieron del bosque dos osos, que despedazaron a cuarenta y dos de esos jóvenes. (II Reyes 2, 24)

  • Jazael fue al encuentro de Eliseo llevando como presente cuarenta camellos cargados con lo mejor que había en Damasco. Al llegar, se presentó ante él y le dijo: "Tu hijo Ben Hadad, rey de Arám, me ha enviado a preguntarte: ¿Me restableceré de esta enfermedad?". (II Reyes 8, 9)


“O amor tudo esquece, tudo perdoa, sem reservas.” São Padre Pio de Pietrelcina