Talált 93 Eredmények: nombres hebreos

  • Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de Dios. (II Macabeos 7, 31)

  • Como Lisias no era ningún insensato, reflexionó sobre la derrota que acababa de sufrir, y reconoció que los hebreos eran invencibles porque el Dios poderoso combatía con ellos. (II Macabeos 11, 13)

  • Estos son los sucesos referentes a Nicanor. Como a partir de entonces la Ciudad quedó en poder de los hebreos, aquí mismo terminaré mi relato. (II Macabeos 15, 37)

  • Porque sobre sus vestiduras sacerdotales estaba el mundo entero, sobre las cuatro hileras de piedras preciosas estaban grabados los nombres gloriosos de los Padres, y sobre la diadema de su cabeza estaba tu Majestad. (Sabiduría 18, 24)

  • ¡Que sus huesos reflorezcan de sus tumbas, y sus nombres se renueven en los hijos de esos hombres ilustres! (Eclesiástico 46, 12)

  • Estos son los nombres de las tribus. Por el extremo septentrional, bordeando el camino de Jetlón, hacia la Entrada de Jamat y Jasar Enán, con el territorio de Damasco hacia el norte, al borde de Jamat, desde el lado oriental hasta el lado occidental: una parte para Dan. (Ezequiel 48, 1)

  • Las puertas de la ciudad llevarán los nombres de las tribus de Israel. Habrá tres puertas al norte: la puerta de Rubén, la de Judá y la de Leví. (Ezequiel 48, 31)

  • Pero el jefe de los eunucos les puso otros nombres: a Daniel lo llamó Beltasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac, y a Azarías, Abed Negó. (Daniel 1, 7)

  • Le apartaré de la boca los nombres de los Baales, y nunca más serán mencionados por su nombre. (Oseas 2, 19)

  • Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; (Mateo 10, 2)

  • No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo». (Lucas 10, 20)

  • En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. (Hechos 6, 1)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina