Talált 70 Eredmények: propiedad

  • En todo terreno de vuestra propiedad concederéis derecho a rescatar la tierra. (Levítico 25, 24)

  • Si se empobrece tu hermano y vende algo de su propiedad, su goel más cercano vendrá y rescatará lo vendido por su hermano. (Levítico 25, 25)

  • calcule los años pasados desde la venta y devuelva al comprador la cantidad del tiempo que falta; así volverá a su propiedad. (Levítico 25, 27)

  • En cuanto a las ciudades de los levitas, los levitas tendrán siempre derecho de rescate sobre las casas de las ciudades de su propiedad. (Levítico 25, 32)

  • En el caso de que se haya de rescatar de mano de un levita, lo vendido - una casa que es propiedad suya en la ciudad - quedará libre en el jubileo; porque las casas de las ciudades de los levitas son su propiedad en medio de los israelitas. (Levítico 25, 33)

  • No pueden venderse los campos que rodean sus ciudades, pues son su propiedad para siempre. (Levítico 25, 34)

  • Entonces saldrá de tu casa, él y sus hijos con él, volverá a su familia y a la propiedad de sus padres. (Levítico 25, 41)

  • También podréis comprarlos entre los hijos de los huéspedes que residen en medio de vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos pueden ser vuestra propiedad, (Levítico 25, 45)

  • y los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como propiedad perpetua. A éstos los podréis tener como siervos; pero si se trata de vuestros hermanos, los israelitas, tú, como entre hermanos, no le mandarás con tiranía. (Levítico 25, 46)

  • Si uno consagra parte del campo de su propiedad a Yahveh, será estimado según su sembradura, a razón de cincuenta siclos de plata por cada carga de cebada de sembradura. (Levítico 27, 16)

  • Ese campo, cuando quede libre en el jubileo, será consagrada a Yahveh como campo de anatema y será propiedad del sacerdote. (Levítico 27, 21)

  • Si alguno consagra a Yahveh un campo que compró y que no forma parte de su propiedad, (Levítico 27, 22)


“O mal não se vence com o mal, mas com o bem, que tem em si uma força sobrenatural.” São Padre Pio de Pietrelcina